Ser y Devenir 51

¿Qué cambia en el ser y qué permanece en el devenir? Un mezcal, dos mezcales, tres mezcales. ¿Qué es el bien? El primero lo resintió la garganta, el segundo lo sintió el cuerpo y el tercero me despertó el cerebro. ¿Qué es el mal? Cerré los ojos y, como siempre, las preguntas comenzaron. ¿Cuál es la medida moral del universo? Los problemas filosóficos resurgieron. ¿El cuerpo o la razón? La conciencia de las condiciones materiales de la reflexión. ¿El criterio individual o el criterio social? Entonces me serví el cuarto mezcal.

Licht regresó del baño apenada por su reacción, se sentó y sentí que me miró como si estuviese viendo a mi hermano. Eso me incomodó y ella lo notó.

—Perdona.

—¿Quieres comer algo? —le pregunto y ella niega volviendo a aguantar el llanto que yo creía desahogado—. No sabía que lo querías tanto.

Ella toma mi copa de mezcal y la bebe de un solo trago, aprieta el rostro resintiéndolo y, luego de chupar un gajo de naranja, me mira fijamente a los ojos.

—¿Ya terminaste de escribir tu libro de filosofía?

—No —una pausa de vergüenza entre su pregunta y mi patética respuesta.

—¿Por qué?

—No sé. No puedo. Ya no quiero.

—¿Recuerdas que me diste un capítulo a leer?

—¿Cuál?

—“La comprensión ontológica”. Bueno, nos diste copias a todos los del seminario.

—Una tontería ¿verdad?

—De ninguna manera —me responde molesta.

Quedamos en completo silencio varios minutos, sin decirnos palabra alguna pero diciéndonos todo con las mínimas expresiones del rostro, la mirada distante en el tiempo y el leve movimiento de los brazos, las manos y los hombros.

—¿En serio no te acuerdas? —vuelve a preguntarme.

—¿Del seminario?

—De mí.

No puedo mentirle, sin embargo, aunque no la recuerdo del seminario siento que la reconozco de otra vida, de otro mundo, de otra galaxia. Hay algo en ella que siento fue parte de mí. Hay algo en ella que, incluso, me recuerda a mí. Hay algo en ella que me hace sentir bien. ¿Por qué?

—Me tengo que ir —dice levantándose de la mesa—. Me dio mucho gusto verte. Volverte a ver, aunque tú no lo recuerdes.

Sale rápidamente del restauran italiano, algo en mí no se puede contener y salgo tras de ella. Llueve y la gente se arremolina en la entrada y la banqueta techada, me abro paso con dificultad y no la veo por ninguna parte. Recorro toda la cuadra bajo el agua y sus rayos, los relámpagos tronando, y regreso nuevamente al restauran italiano. Entro triste y suspirando. ¿Dije algo mal? ¿Por qué se fue así? ¿La volveré a ver? Mi eterno preguntar se paraliza cuando al regresar a la mesa veo a mi hermano sentado de espaldas, quedo estupefacto e inmóvil y miro nervioso a mi alrededor; no noto nada extraño en los meseros y comensales. Me acerco lentamente mientras el agua escurre sobre y dentro de mi cabeza, el interior de una de mis almas. Finalmente me asomo para mirarlo…

—¿Sergio?

Pero no es él.

—¿Desea algo más? —llega preguntando el mesero.

No es nadie.

—¿O va a esperar a la señorita?

Es sólo mi gabardina colgando en el respaldo de la silla.

 

Continúa 52

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".