Ser y Devenir 61

¿Quién es ella?

Una actriz de teatro.

 

El viento negro, los bomberos apagando las últimas brasas y las imágenes grises de los restos de la explosión.

—¿Estás bien, niño? —me pregunta el bombero que descubre mi presencia, llama a sus colegas e introducen una escalera; quedan paralizados ante el macabro hallazgo en el que estoy rodeado. Estoy muy lastimado, inmovilizan mi cuello, mi tobillo y el brazo; me sujetan a una camilla de plástico que introducen y sacan mediante una grúa del viejo camión antifuego. Sólo quedan algunas patrullas, un par de ambulancias y no ubico a ninguno de los niños vivos.

—¡Dónde están mis amigos! ¡Adónde se los llevaron! ¡Qué les hicieron!

Me colocan una máscara de oxígeno, los párpados me pesan al tiempo que siento un vacío en el vientre y, al dar otra bocanada más, quedo inconsciente.

¿La moral es racional? Según Kant. ¿Qué concepto de moral? El bien y el mal en sentido fundamental. ¿Qué criterio de racionalidad? La universalización de las acciones. ¿Y el cuerpo? A los metafísicos no les importa. ¿No consideran el cuerpo como criterio para distinguir entre el bien y el mal? Por el contrario, para ellos es cosa del diablo, el genio maligno por excelencia, el máximo factor de engaño. ¿Y lo que uno siente? ¿Los sentidos? Nuestra sensibilidad. Todo sentimiento se constituye racionalmente. No necesariamente.

—¿Serner?

Abro los ojos, vuelvo a este tiempo y regreso de mis trágicos recuerdos de niño. Soy una sombra. Estoy sumido en el sillón de la sala, la casa no tiene muebles y parece una heladera completamente blanca. Mi vida no vale nada. Las cortinas abiertas, el comedor con algunos libros y la cocina abandonada. Mátate. Me pongo de pie, reenciendo un asqueroso cigarro y me da un ataque de tos mientras observo por la ventana. No le saques. El jardín descuidado, pájaros y ardillas salvajes en los árboles e innumerables bichos y reptiles escondidos en el pasto. Eres un cobarde. Comienza a amanecer, me quito la ropa y salgo descalzo. Sigues siendo un pendejo.

Pienso en el libro de filosofía que dejé inconcluso hace algunos años. Jamás lo terminarás. Pienso en mis hijos y el dinero que le adeudo a mi abogada. No te quieren. Podría arreglar lo económico si acepto un contrato editorial, pero mis ideas han cambiado y quiero revisar todo lo que he escrito. Nadie te quiere. Y no tengo tiempo, mucho menos para dar clases. Mátate. No puedo. Cobarde. No quiero nada. No puedes hacer nada. Nunca tocaré la magia.

El teléfono suena varias veces pero lo ignoro, seguramente del despacho jurídico, mi editor o la casa de cultura donde antes trabajaba. No quiero hablar con nadie, no quiero salir y ya estoy (de mí) hasta la madre. Entonces tocan el timbre y, luego de una prolongada insistencia de aparente emergencia, tengo que ir a ver quién llama con tanta insistencia.

El imperativo categórico es la racionalización de la moral, la universalización de las acciones como método para decidir entre el bien y el mal, entre lo que debo hacer y lo que no debo hacer. Nietzsche odiaba esta generalización. ¿Por qué si alguien quiere hacer algo tiene que pensar en todos? Ni siquiera Cristo pensó en todos. ¿Es deseable que todos hagan una revolución? Si eso hubiese pensado Napoleón no habría conquistado Europa. ¿Es deseable que todos quieran ser emperadores? La moral, según el amargado bigotón, es solamente una convención para mantener a todos a raya y que los espíritus libres no se alejen de la manada. Aunque éstos, inevitablemente, se rebelarán siempre contra las normas morales creadas, formuladas y pensadas para el rebaño, no para quienes determinan el valor de sus propios actos a partir de la sensibilidad del cuerpo como profundo sentimiento. Una norma (para todos) no es para todos, las excepciones siempre se rebelan y romper la regla hace la diferencia.

            Abrí la puerta y era ella.

El universo vuelve a tener sentido.

 

Continúa 62

 

 

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".