Ser y Devenir 62

—Sal de mí —le dije a la filosofía.

—Desaparecerías de mi vida.

La ambulancia en movimiento. Me llevan a una clínica de Tlalpan. Todo en movimiento. Urgencias. El techo moviéndose. Curan mis heridas y me acomodan el hueso. Las luces tintineando. Luego la oscuridad del silencio, empero, mi mente se sigue moviendo.

—El criterio de la moral es el conocimiento —me dice Sócrates—. El mal descansa en la ignorancia.

—¿Si no hay ignorancia no hay mal?

—Nadie desea el mal, y si lo hace es porque no sabe que lo que desea es malo. Si lo supiera no lo desearía.

El efecto del somnífero se extinguió de golpe en una cama de hospital, estaba oscuro cuando desperté y quise enderezar la espalda; pero la mano de una enfermera me detuvo tocando mi frente con su mano fría.

—¿Y mis amigos? —pregunté.

—Todos los niños están bien.

—¿Todos?

—Los que sobrevivieron —aclaró luego de una pausa en que bajó su mirada.

—¿Dónde están?

—En diferentes clínicas —dijo al mismo tiempo que aumentó el suministro de anestesia por la intravenosa, un liquido helado en mi brazo que me envolvió en las sombras aunque la música de Bach como fondo de la discusión.

—Si alguien hace el mal —continúa Sócrates— no necesita castigo sino educación.

—¿La prisión como escuela (no sólo del crimen)?

—Las prisiones deberían de ser escuelas.

—Las escuelas ya son prisiones —bromeo.

—¡No ese tipo de escuelas!

Otra discusión invadió el sueño, los conceptos penales se cruzaban raramente y, finalmente, recobré la conciencia frente a dos médicos, uno joven y otro viejo, la enfermera y tres sujetos de traje alegando entre ellos. Uno era agente del ministerio público, otro de derechos humanos y el tercero, y más altanero, resultó ser Zimmer, mi abogado defensor.

—¿Qué va a pasar conmigo?

—Vas a regresar al reformatorio —me responde Zimmer—. Pero no te preocupes, tu abuelo ya me dio instrucciones para liberarte lo más pronto posible.

—¿Mi abuelo? —pregunto sorprendido, él asiente solemne y el impacto de mi estado produce un profundo silencio que, no obstante, yo mismo rompo preguntando—: ¿Ya perdonó a mi hermano?

Sus ojos me evitan nervioso y voltea a ver a los demás, vuelve hacia mí y, entregándome un sobre, me dice:

—Eso deberías preguntárselo a él.

No lo he visto desde el funeral de mi padre. Una tarde soleada. Su rostro delgado, traje y sombrero negro. Las sombras de sus ojeras pesadas. Su quijada marcada, la nariz huesuda y sus manos afiladas. Me miraba fijamente. Sus ojos negros. Me miraba con extrañeza. Sus pupilas fundidas. Me miraba con un remordimiento que, creo, ni él mismo comprendía. Su imponente semblante. Mi rostro le recordaba a mi hermano, por supuesto, quien estaba detenido y nadie sabía decirme dónde estaba, adónde se lo habían llevado. Me mira con odio por lo que él hizo. Te extraño, hermano.

—¿Qué fue lo que hice?

—Me salvaste la vida.

Zimmer, antes de irse, me comunica que me van a trasladar a la clínica de una nueva penitenciaria. “La Laguna”, un moderno complejo de detención para menores de alto riesgo (construido y diseñado en una co-inversión entre el gobierno federal y DAG, una empresa estadounidense especializada en sistemas penales).

—¿Qué es la filosofía? —me pregunta Sócrates antes de brindar.

—Un modo de ser.

—¿Del ser humano?

—Eso decía antes, pero ahora creo que es más bien un modo de ser del lenguaje.

—¿No es lo mismo?

—Es más amplio.

—Salud.

—Salud.

 

Continúa 63

 

 

 

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".