Transcurren las primeras horas de 2022 y el inicio de los ciclos occidentales da paso al reacomodo del retorno a la cotidianidad que no manifiesta per se el cambio sustantivo de la realidad anhelada para la construcción esperanzadora de ese porvenir que marca la idea positivista del progreso en manos de la ciencia y, mucho menos, en las manos de la humanidad.
La proyección de la OCDE en materia económica no es mejor que lo ocurrido en la contracción de los mercados de occidente tras la pandemia; nuevamente, las bolsas de valores mantienen la discreción del capital financiero que, agazapado, espera para asestar el golpe a los países vulnerables en los que la depresión económica marcará las mejores áreas de inversión en contubernio con sus gobiernos.
La sociedad de cristal se apronta al imperio de la violencia que lo vulnera todo; violencia que emerge no solo desde la vulnerabilidad epidémica, sino también de la contracción de las oportunidades de empleo e inserción laboral y del desencuentro familiar que ya está presente y que ha abierto las venas de aprendizajes beligerantes en las conductas de los núcleos primarios y que se han trasladado a la interacción social.
El último informe de 2021 de la OMS marcó en la variante ómicron el trazo prospectivo de 2022, las bolsas de valores reaccionaron con furia y desolación, mientras China, el gigante rojo, se aprestaba como dragón en la guerra fría de las economías para subyugar a Europa y Estados Unidos, y Rusia prosigue con su expansión territorial en Ucrania y da el salto petrolero en los mercados europeos, sondeando la respuesta norteamericana que, debilitada, empieza a augurar el regreso de Trump frente al desconcierto de una democracia en vilo en las manos de Biden.
La muerte en masa de la enfermedad de las variantes no cesa, 2022 se ha teñido de sangre en sus primeros minutos, porque las garras epidémicas continúan arrebatando la esperanza en un mundo que ha evidenciado que la ciencia es una condición de la concentración del poder del Estado, por lo que la desolación y la muerte se aprontan en el porvenir de la humanidad.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
