La depredación del planeta es de tal magnitud que la exploración a Marte es cada vez más vehemente y vertiginosa por parte de la NASA. Los gringos tienen en la mira apropiarse de nuevas tierras; son, en esencia, los nuevos piratas españoles al estilo de Cristóbal Colón, sólo que ahora no llevan como pretexto el evangelio de Dios a los moradores de Marte, porque no hay ni un pinche aborigen, sólo llevan el apetito encarnizado del imperio.
SE HUNDE EL BARCO Y SALTAN LAS RATAS
Como las grandes potencias han depredado incansablemente este planeta, ahora piensan en abandonarlo; asemejan a las ratas que saltan del barco cuando se está hundiendo. Esto nos muestra que todos esos putos discursos en sus escritorios y en las Naciones Unidas acerca de preservar el plantea y cuidar los efectos del cambio climático, pasando por cuidar la flora y fauna en peligro de extinción, no son más que mamarrachadas que intentan encubrir, en la mayor parte de los casos, los apetitos de los grandes consorcios y capitales que como buitres se nutren de la depredación.
Me cago en la leche. La batalla de la humanidad por humanizarse no es otra cosa que la lucha entre David y Goliat; los que queremos un planeta para todos hemos sucumbido ante los apetitos de los menos, de esas élites que manejan al Estado y que controlan el poder de la cultura, de lo bélico y por supuesto de la economía, lo que nos hace ciegos o nos esclaviza para perpetuar las canonjías de estos buitres del mercado y lo superfluo.
MARTE, BOTÍN DE LAS GRANDES POTENCIAS
Sin duda, la exploración de Marte terminará con su dominio por las grandes potencias, las personas comunes y corrientes no nos beneficiaremos, salvo que nos convirtamos en esclavos que vamos a hacer el trabajo de las élites en Marte, como lo hicieron con los prisioneros ingleses que colonizaron Australia, o bien, la esclavitud de los pueblos africanos o los indígenas de lo que hoy llamamos América.
La paradoja de todo esto es que alentamos la ciencia de la explotación, aquella que en pro de las élites se esconde en el discurso del bienestar de la humanidad, actitud lapidaria y cruenta, pero que pendejamente reproducimos y muchas veces, apoyamos.
Cuando Marte se colonice, la Tierra se convertirá en un gran basurero, nos quedaremos los pobres como rémoras y seguramente explotaremos lo poco que le quede, pues el resto lo habrán llevado a Marte; seremos como la prostituta vieja que abarata el acostón y tiene que echarse mil palos al día para poder sobrevivir.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
