Una vez más, los fenómenos naturales nos recordaron que no existe un sistema de protección civil infalible y el huracán Otis nos enseñó una lección fundamental para prevenir y engrosar nuevas estrategias contra este tipo de desastres.
Pero más allá de Otis y su devastador paso por el estado de Guerrero, los intentos de la oposición por obtener dividendos políticos crearon un huracán de críticas para Andrés Manuel López Obrador, que ha hecho lo posible por ayudar a la población de la zona, con todo y los inconvenientes de una contingencia que superó las estrategias de respuesta nacional.
Frente a una tragedia de esta magnitud, la desolación se convierte en el arma de aquellos que “siempre tienen la solución” y que acusan con ferocidad cualquier zona de vacío de respuesta gubernamental, como lo ha hecho el periodista Carlos Loret acusando de negligencia y apatía a López Obrador, quien a su juicio tenía información de la magnitud del huracán Otis, que fue un fenómeno natural atípico que inició como tormenta tropical y que el mismo gobierno de Estados Unidos ha reconocido que fue un caso inusual de desastre natural.
Es necesario entender que López Obrador es un hombre comprometido y sensible, pero no suele caer en el juego de las diatribas y alharacas de la oposición política, que al estar en el desahucio electoral intenta a toda costa ascender en una contienda que ya tiene perdida.
La necesidad de fondo es que este gobierno y los siguientes delineen nuevos protocolos y estrategias con los datos y pruebas empíricas que ha dejado Otis, para prever escenarios mayúsculos de acuerdo a la capacidad orgánica del Estado y también acorde a sus recursos financieros, los cuales deben priorizar la atención a damnificados, no a las grandes cadenas y consorcios hoteleros y mercantiles que en estos momentos se sienten el niño que perdió el globo y han hecho de Otis el ojo del huracán donde colocan a Andrés Manuel.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
