¿Crimen organizado o grupúsculos delictivos?

Los secretarios de Gobierno y Seguridad Pública no pueden tapar el sol con un dedo, y para que la delincuencia organizada no opere abiertamente en Hidalgo deben trabajar en una estrategia integral para combatirla.

La ola delictiva que se registra en Hidalgo, y que va desde el huachicoleo, el narcomenudeo, la extorsión (cobro de derecho de piso), los robos y asaltos, pone en entredicho las declaraciones de los titulares de las Secretarías de Gobierno y Seguridad Pública, Guillermo Olivares Reyna y Salvador Cruz Neri, quienes durante sus comparecencias en el Congreso negaron rotundamente que haya delincuencia organizada en Hidalgo, sino “grupúsculos delictivos”.

 

El análisis crítico al respecto segmenta cinco factores de infiltración del crimen organizado, lo cual no admite la lógica de “grupúsculos delictivos”:

  1. Células delictivas en expansión.

Las cifras del Instituto para la Economía y la Paz sobre el incremento del 34.2% en la tasa de crímenes por parte de la delincuencia organizada en 2022, que sacaron a Hidalgo de la lista de los estados con menor inseguridad en el país, se adhieren a la expansión de cárteles que ha sido negada, pero que frente al incremento de vectores de inseguridad geográfica, como Tizayuca y Tula, marcan una ruta crítica de condiciones de poder orgánico delincuencial.

  1. La cooptación e infiltración en la policía.

Las declaraciones del comandante de la 18ª Zona Militar acerca de la presencia de cárteles en Hidalgo han replanteado la narrativa de “Hidalgo, estado seguro” y han puesto en alerta a la Guardia Nacional, pero se deja en entredicho el potencial de respuesta de la policía y su papel de investigación, condición que implica inoperancia o infiltración delictiva.

  1. Frontera porosa, trasiego y flujo de estupefacientes.

Por su ubicación geográfica, Hidalgo es una ruta preferente de trasiego y flujo de estupefacientes, lo cual favorece la estabilidad de células delictivas.

  1. Débil arqueo fiscal al crimen organizado.

La evidencia de un trabajo de arqueo fiscal por parte de la policía al crimen organizado no distingue al estado de Hidalgo, y esto conlleva a la debilidad de investigación primaria de los grupos delictivos y favorece su expansión y concentración de riqueza, fuentes de operación y cooptación hacia el brazo policial.

  1. Hidalgo, mercado residual.

Dentro de la investigación criminalística, la categoría de mercado residual e instalación de paso ha dejado de tener peso en Hidalgo, cuyas cifras delictivas en aumento indican escenarios donde la estabilidad y control de los grupos delictivos está en ascenso, ya no es una realidad esporádica y mucho menos de “grupúsculos”.

La violencia es una señal de que la expectativa de mercado estacionario que provee Hidalgo perfila un espacio para el control de la delincuencia organizada y los flujos criminales, condición que no puede ser obviada y que no deben intentar esconder tanto la clase política como las autoridades, por el contrario, deben marcar el rumbo de una estrategia integral de combate a la delincuencia organizada.

Hidalgo ha demostrado el éxito que puede tener como zona geoeconómica delictiva, pretender ignorarlo puede preceder el asentamiento criminal que no admite la narrativa del “grupúsculo” que aseguran los secretarios de Gobierno y Seguridad Pública.

 


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