Cuauhtémoc Blanco, un chiste de la política

La postulación de Cuauhtémoc Blanco a la gubernatura de Morelos por parte de Morena, PT y Encuentro Social es el signo más visible de la putrefacción de la política mexicana. Estamos tocando fondo.

Es cierto que el futbolista tiene, como cualquier ciudadano, el legítimo derecho de participar democráticamente en la búsqueda de un puesto de elección popular; sin embargo, ante la ignorancia total que observa el ídolo de Tepito en el manejo de TODOS los temas que atañen a la problemática del estado, aunado a su mínima capacidad de articular una idea coherente en los medios de comunicación, el Congreso del estado o ante la ciudadanía de Cuernavaca que lo eligió, lo descalifican per se de encabezar una opción (seria) de participación social.

Blanco es la aberración de la lucha por el poder, el oportunismo, esa cara de la política que más asquea, que causa repulsión, pues se basa en obtener un negocio muy rentable con el mínimo interés por mejorar la vida de la ciudadanía.

A manera de ejercicio, si evaluamos la gestión de Blanco en la presidencia municipal de Cuernavaca, no hay muchos logros que destacar. En realidad su paso por la alcaldía sólo ha dotado de chuscos momentos de humor involuntario que quedarán en el imaginario de muchos, pues lo que se ve no se juzga y él mismo ha demostrado que su conocimiento de la administración pública y el poder municipal es semejante al que un servidor tiene de la árida física-matemática.

No seamos ingenuos: el Cuau es más gracioso echando albures que enfrentando al crimen organizado o manejando la cuenta pública. La breve trayectoria en el ayuntamiento morelense lo exhibe en su incapacidad. Él no fue ni será uno de esos personajes que emergen de la sociedad civil, de los que abanderan las causas de las mayorías, ni siquiera expresa opiniones propias, es tan sólo el merolico del grupo político que lo controla, al principio el PSD (que confundía como PRD) y ahora ya subieron sus bonos porque lo apadrinan Morena y Encuentro Social.

Para el Temo cambiar de ciudad, de equipo, de partido político y de calzones es exactamente lo mismo: no le provoca pudor. En esta nueva comedia cambia de un papel, tal como lo hizo cuando improvisó e interpretó un folclórico bombero en las telenovelas del canal de las estrellas; ahora busca subir de coestelar a protagónico: de alcalde de Cuernavaca a primer actor de Morelos, como precandidato a gobernador.

Ni siquiera en el irreverente humor literario Jorge Ibargüengoitia hubiera surgido un bizarro pseudopolítico como ocurre en esta nueva versión de la tragicomedia mexicana. Lo más grave es el respaldo que la exestrella del balompié mexicano ha tenido por parte de las clientelas y de la dirigencia de los partidos que conforman la triple alianza del Frente Juntos Haremos Historia (MORENA, PT, PES), y más lamentable aún el respaldo de tan ridícula candidatura por parte de la sociedad morelense.

No le bastó al rijoso jugador del América el engaño de gobernar Cuernavaca, un trienio insufrible para los habitantes de la tierra de la eterna primavera, sino que se victimizó en un permanente choque de acusaciones con el gobernador Graco Ramírez. Éste, que proviene de la izquierda de aquel Partido Mexicano Socialista y participante en el movimiento estudiantil de 1968, fue alguna vez cercano a AMLO, sin embargo el distanciamiento entre ambos surgió cuando luego de haber recibido el apoyo en 2012 para ganar la gubernatura de Morelos, Graco pidió cerrar el capítulo de la elección y establecer relaciones con el naciente gobierno de Enrique Peña Nieto. López Obrador nunca perdonó esta afrenta y desde entonces mantuvo un rencor hacia Graco, al que consideró un traidor.

López Obrador es visceral y no olvida, en este movimiento se basa en la venganza. Sólo así se explica el apoyo a esa caricatura de la política llamada Cuauhtémoc Blanco. Una rabieta contra el PRD y un desprecio por Graco Ramírez.

Pese a la incapacidad mental para gobernar, con la probada ineficiencia del trabajo realizado en Cuernavaca, por inexplicable que parezca Cuauhtémoc Blanco Bravo tiene altas probabilidades de ganar la elección de gobernador, simplemente por el efecto López Obrador, que como el rey Midas todo lo que toca lo convierte en triunfo. Probablemente sea esta la reedición de una película que ya vimos: Juanito II (el gobierno del pelele americanista). La pejeapuesta es llevar a Morena a una geopolítica nacional con gubernaturas que alguna vez tuvo el PRD.

La política ha llegado a su nivel más bajo, así la campaña de Blanco será respaldada por el carisma de López Obrador sólo con la intención de utilizar a este Cuasimodo para los fines que el iluminado de Macuspana determine. Veremos si la obediencia del violento goleador esta ocasión lo convierte en un pasivo muerde-almohadas para recibir si protesta a las imposiciones de López Obrador. A ver si en una de esas el rey de la cuauhtemiña no le sale respondón al enemigo de la mafia del poder y Morelos queda secuestrado por la estupidez.

Por: Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.


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EL ABISMO - Mario Ortiz Murillo

Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.