No es posible creer que la defección del Grupo Plural Independiente (dependiente de Omar Fayad) obedece a un acto de conciencia política en donde priman los ideales de justicia social y democratización del sistema político, esto es inaceptable hasta para un ciego que no quiere ver.
La migración del GPI al Partido Verde Ecologista no presenta ni escrúpulos ni ética política, es una mascarada de preservación de poder de intereses particulares con fachada pública, donde sus miembros se han adherido y están en proximidad de partidos que concentran poder a través de su alianza con Morena, condición que se ha afianzado con la reunión que sostuvo el diputado Alejandro Enciso con el dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, jugada de cabildeo político hacia la correlación de fuerzas de un partido que no se encuentra en la alianza morenista pero que navega con fuerza política propia.
Pese a que el encuentro de Enciso Arellano con Dante Delgado no es una jugada de ajedrez político, porque era previsible debido al darwinismo político (sobrevivencia del más apto, por no decir prostitución política) del GPI, es la ponderación lógica de que las carteras y escaños hacia la reorientación política de la 4T en 2024 creará una conformación polivalente del sistema político que ya ha planteado la precandidata Claudia Sheinbaum y futura presidenta de la República que, dicho sea de paso, ya mostró su fuerza política de unidad al interior de Morena, que recibió con la cola entre las patas a Marcelo Ebrard.
La reunión de Alejandro Enciso con Movimiento Ciudadano se da en un momento estratégico para afianzar al GPI y marcar su posicionamiento en la estructura política de Hidalgo, porque no sobran los nombres dentro del espectro político local ni del gabinete del gobernador Julio Menchaca Salazar que tengan capital político suficiente para sobresalir de cara a la reorientación política de 2024 y en las nuevas vértebras de la transformación que habrá de generarse con el ascenso de Claudia Sheinbaum, por lo que a río revuelto, ganancia de pescadores.
A nadie debe extrañarle el darwinismo político, o prostitución política, de la clase política en México. Aunque es un fenómeno histórico, en la última década es descarnado y con una tonalidad mercenaria que deja famélico a un buitre, por lo que a lo largo del próximo año electoral habremos de presenciar la evolución de las fuerzas políticas, y Movimiento Ciudadano, que ha cacareado su pureza partidista, ya nos ha dejado ver que lo primero es su reproducción y preservación política en Hidalgo, no el bienestar de la ciudadanía.
Movimiento Ciudadano, al igual que el GPI, no da palos de ciego y sabe que una ballena no puede volar, por lo que las declaraciones de Dante Delgado sobre la adhesión de miembros del grupo de Fayad Meneses al partido naranja para “fortalecer proyectos políticos que traigan consigo mejores oportunidades a los hidalguenses” son una monserga que alienta y responde al darwinismo político encarnizado que recorre la administración pública como cáncer de poder de una estructura de negocios y apetitos particulares que se esconden en la retórica de la democracia y el pueblo.
La podredumbre política ha ido in crescendo en la medida que se aproxima el año electoral y que los partidos de élite tradicionales (PRI, PAN y PRD) se desmoronan y no son opción de escaño ni negocio público, por lo que la próxima jugada del GPI tiene un matiz guinda en el darwinismo político.
