La comprensión ontológica 26

La siguiente semana soñé todas las noches con el lobo de las nieves.

 

26.1     La preparatoria 4 tiene largos pasillos con paredes muy altas con huecos de pequeños cuadros en toda su extensión, la luz de la tarde se asoma entre éstas y cientos de palomas se asientan entre el concreto y el vidrio de las ventanas al poniente de todos los salones. No hables con nadie. “Hola”, me dicen a veces algunos estudiantes y, sin ser grosero, simplemente con la cabeza asiento. No mires a nadie. Durante clases me siento hasta atrás y, en la medida de lo posible, alejado de todos. No quiero hablar con nadie. Cuando tengo que interactuar por necesidad como un trabajo grupal, invento que no tengo tiempo y propongo hacer mi parte en solitario asumiendo lo más complejo. Aléjate de todos. Y entre clases me escondía en las escaleras del fondo para escribir. Simplemente aléjate.

—Oye —escucho—. ¡Oye! —vuelvo a escuchar, unas risas se empiezan a acercar y levanto la mirada para averiguar.

—¿Me hablan a mí? —pregunto al grupo de cuatro chicos malos mejor conocidos en la prepa como Los Bucaneros. “Bucañeros”, les decía yo.

—Eres medio pendejo ¿verdad?

—Así es —respondo y sigo escribiendo mientras ellos hablan entre risas:

—Cómo ven a este pendejo.

—¡Dale en la madre, Paco!

—Es un pinche matado.

—Míralo al güey, se siente maestro.

Ríen otra vez, vuelvo a levantar la mirada y, tras observarlos, guardan silencio y les pregunto:

—¿Son idiotas o se hacen?

Un tono agudo de fondo en diminutos fragmentos antes del inevitable enfrentamiento: el tal Paco, luego de mirar a sus compinches y sintiéndose obligado a reaccionar, me sorprendió con un golpe en la nariz que me hizo sangrar a mares. Hijo de su puta madre. No obstante, levanto el rostro impasible mientras los cuatro, algo pasmados, se me quedan mirando.

—¡Qué pasa aquí! —nos sorprende un anciano de intendencia y ellos huyen corriendo—. ¿Estás bien? —me pregunta, asiento y busco en mi mochila algo para detener la hemorragia—. Toma —dice extendiéndome un pañuelo.

—¡No mames! —grito tras aspirarlo.

—Perdón, te di el del thinner. Es que estaba limpiando una puerta.

Sólo niego con la cabeza mientras me extiende otro, éste seco y limpio de químicos.

—¿Por qué te pegaron esos chamacos? —me pregunta.

—No lo sé.

—Son unos pinches gandallas.

—No los culpo.

—No mames, si son unos hijos de la chingada.

—Pero ellos no lo saben.

—¿De qué hablas, muchacho?

—Si lo supieran no serían así.

Suena el timbre que marca el reinicio de las clases, cargo mi mochila y me despido de don José prometiéndole que el pañuelo se le voy a reponer. Pero ya no entro a clases, me voy caminando hacia periférico y tomo un taxi a Chapultepec. No sé por qué pero subo al castillo y, aunque no entro propiamente al museo, me quedo mirando la ciudad por más de dos horas. Sumergido en la distancia, la lejanía de los espacios y el panorama de mi historia. El cielo, las nubes y la luna asomándose tímidamente aún cuando el sol se mantiene inconforme. El crepuscular movimiento de un día que comenzó con el regreso a la filosofía de nuestra primera intuición universal.

Los presocráticos.

Suspiro hondo, con el viento en mi rostro sonrío y, sintiendo un extraño alivio, cierro los ojos como cuando éramos niños.

¿Recuerdas?

 

26.2    Para Jenófanes hay un dios máximo entre los dioses, sin embargo, no se parece a los mortales, a diferencia de los otros dioses:

—Todo Él ve —me dice—, todo Él piensa y todo Él oye.

—¿Es omnisciente?

—Y mueve todas las cosas con su mente.

—Eso ya es una mamada —le digo.

—Me refiero a otra cosa con la palabra ‘mover’.

—Explícate.

—Mueve todo con su pensamiento, empero, no como se mueve un objeto físico sino una idea.

—¿El movimiento de una idea?

—Y, por tanto, de la realidad.

—¿Su creación, desarrollo y constitución?

—Omnipresencia funda-mental.

—¡Eso no es nuevo! —exclamo.

—Lo novedoso es la semejanza de interpretación: está presente en todas las mentes y por ello se le interpreta humanamente, como lo harían los caballos o bueyes. Es decir, los dioses son semejantes a su creadores:

De agua nos engendraron a todos,

y de Tierra.

Y Tierra y Agua son todas las cosas

Que nacen

Y se engendran.

—¿Cómo sabes todo esto? —le pregunto.

—De vista.

—¿Sólo de vista?

—Experiencia.

 

26.3    La reminiscencia espiritual del lobo fue a través de sueños, la mayoría bellos recuerdos, empero, la última fue la pesadilla de volver a vivir y re-vivir su muerte eterna-mente.

Ya no quiero recordar.

Los neumáticos con cadenas se detuvieron frente a la puerta principal del castillo provocando el compacto ruido de apretujamiento del acero con la nieve, el grasiento policía abrió la puerta de su patrulla y, apoyando sus antebrazos en ésta, apuntó con su arma al lobo gris a un lado de mí.

—¡No!

¡Bang!

 

Continúa 27

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Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






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EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".