La comprensión ontológica 40

¿La genealogía de la metafísica? El pretexto de Platón. ¿Cuál es la relación fundamental entre lo mutable y lo inmutable? La explicación del primero a través del segundo. ¿Qué había antes de los dos mundos? Un mundo místico. Un mundo extraño. Un mundo.

Pre-socrático.

40.1    —¿Sí? —pregunta Dalia por el interfón con video cámara por el cual miramos a los agentes policíacos.

—«¡Policía estatal!»

—¿Sí? —vuelve a preguntar.

—«¡Policía estatal, abran!»

—¿A quién busca? —dice fingiendo no entender.

—«¡Necesitamos que nos abra de inmediato!»

—¿Para qué? —redunda.

—«¡Tenemos que hablar con el encargado!»

—Yo soy quien está a cargo, ¿qué desean?

—«¡Ábranos!»

—No tengo autorización para ello, ¿quiere dejar algún recado?

—«¡Tenemos que hacer una revisión del lugar!»

—¿Por qué?

—«¡Abra o tendremos que forzar la puerta!»

—No pueden hacer eso, conozco mis derechos.

El policía al mando le pregunta algo a otro y, luego de un intercambio de palabras imperceptibles para nosotros, regresa al intercomunicador:

—«Sólo le pedimos que coopere unos momentos y nos iremos.»

—¿Buscan a algo?

—«Ábranos por favor.»

—No puedo dejarlos pasar.

—«Estamos buscando algo, sólo queremos revisar y si está todo bien nos iremos de inmediato.»

—¿A qué se refieren con “todo bien”?
—«Sólo queremos asegurarnos que no está allí lo que estamos buscando.»

Dalia me mira, yo la miro con ojos de indecisión y, tras cavilarlo un poco, levanta su palma en señal de que tiene una idea en mente para superar nuestro problema.

—Déme un minuto y les abro —dice por último.

—«No se tarde.»

Dalia corta la comunicación, yo la miro expectante y, sorpresivamente, me besa apasionadamente.

—¿Qué vamos a hacer? —le pregunto sin emitir sonido alguno, me toma de la mano y, misteriosamente, nos dirigimos hacia el patio.

 

40.2   Horas antes.

¿Cómo inicia la historia de la metafísica?, me pregunta. La unidad en la pluralidad, el planteamiento simiente. ¿Qué es el mundo, la realidad y el universo que nos rodea? El significado de ‘mundo’, ‘realidad’ y ‘universo’, además ¿qué queremos decir con que nos rodea? Me refiero antes del giro lingüístico. Los primeros filósofos experimentaban el mundo, lo observaban y analizaban mezclando ciencia, religión y filosofía sin ninguna separación formal. Sólo material-mente e instintiva-mente. Ven el mundo, descubren que hay una pluralidad de cosas y se preguntan cuál es la esencia de todas éstas. ¿La unidad? El principio fundamental de la realidad. Tales, el agua. Arquímedes, el aire. Pitágoras y el salto cualitativo, la esencia de la realidad no es un elemento de la propia realidad sino algo abstracto. ¿El otro mundo? Comienza a configurarse. Anaximandro y lo indeterminado. Empédocles y los cuatro elementos fundamentales: aire, tierra, fuego y agua. La relación entre éstos. La unidad se hace compleja. Anaxágoras y el sperma-ta (un tipo de germen). Demócrito y el átomo. Serner y la dialéctica. ¿Qué hay de contradictorio en todas estas propuestas? Ven mundos distintos, llegan a conclusiones tan diversas y, sin embargo, buscan lo mismo. ¿Ven mundos distintos o viven en mundos distintos? Materialmente hablando, lo segundo explicaría lo primero. Pero también lo primero podría explicar lo segundo. En un sentido de creación interpretativa. ¿Filosófica?

Metafísica.

Nietzsche me dijo en Humboldt que el pensador se enamora más de su papel como portador de la verdad que de la verdad misma.

—Les importa más tener la razón que la razón misma.

El espíritu metafísico se gesta en la búsqueda de la unidad en la pluralidad.

 

40.3   Dalia les abre y, sin mediar palabra, los cuatro policías se introducen abruptamente azotando la reja de la entrada y, casi derribándola, la puerta principal. El agente al mando la toma violentamente por el brazo y, jalándola hasta la estancia, comienza a interrogarla tras aventarla brutalmente a uno de los sillones de la sala:

—¡Cuál es tu nombre, pendeja!

—¡No les voy a decir nada, hijos de la chingada!

La toma por el cabello y, estirando lastimosamente su cuello, le apunta con su arma:

—Mira, putita, si alguien se está escondiendo aquí y no nos dices a ti también te va a llevar la chingada, ¿entendiste, puta?

—¡Ya les dije que estoy sola, trabajo como veladora cuidando el hotel y siempre estoy sola!

—Comandante —le dice uno de sus subordinados mostrándole una de mis prendas.

—¿De quién es eso?

—¡Es de mi novio!

—¡Y dónde está!

—¡Trabajando, pues qué más!

—¡Esto es de él? —le pregunta tomando uno de mis libros de filosofía.

—¡Eso es mío, démelo!

—¿Cómo se llama tu novio?

—Sócrates.

—¡Sócrates qué!

—Sócrates de Alopece.

—¿De qué?

—¡De Alopoce, pinche sordo!

El comandante levanta su brazo como amenaza, ella se cubre y otro de sus subordinados lo interrumpe:

—No hay nada en toda la planta baja.

—¡Sigue buscando! —le contesta, éste se retira de inmediato y el comandante prosigue su brutal interrogatorio—. ¿Dónde trabaja tu novio?

—En el mercado, ¿quiere ir a verlo y comprobarlo personalmente? ¡¡Vamos!!

El comandante la mira, sospecha levemente pero sin saber qué añadir cuando el tercero de sus subordinados también lo interrumpe:

—No hay nada en los cuartos, comandante.

—¡¡Sigan revisando!! —responde gritando y éste también se aleja de inmediato.

—Revisen todo lo que quieran —le advierte ella—, por mí no hay problema.

—¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho.

—Cómo conseguiste este trabajo.

—¡No estoy obligada a responder eso!

—¡Cálmate, perra! —y el maldito le pega en la cara, ella levanta la mirada y, tras una pausa, le dice tensa-mente apretando el rostro de rabia:

—Si vuelves a pegarme te prometo que voy a cortar los güebos, maldito pendejo.

Este se sorprende de la amenaza, reacciona furioso levantando su pistola para pegarle, empero, se detiene al darse cuanta de que los tres subordinados lo están mirando.

—¡Qué pasó!

—No encontramos nada —dice uno.

—¿Seguros?

—No hay nada, comandante —dice otro.

—¿Revisaron todo?

—Todo —dice el tercero.

—¿Y los jardines?

—¡Revisamos todo! —responden los tres.

El comandante queda pensativo, la mira con más sospecha y, de repente, la toma del brazo con violencia arrastrándola por el suelo; pero Dalia se resiste, los otros policías se abstienen de ayudarle y, trágicamente, yo estoy a punto de salir de mi escondite.

—No podemos llevárnosla, comandante.

—¡Cómo chingados no!

—Ni siquiera tenemos autorización de estar aquí, jefe.

—Mejor hay que seguirle buscando en otra parte.

—Sí, comandante, seguro debe andar en un hotel cercano.

Se detiene, la mira a ella y, luego de pensarlo por unos instantes, la suelta para retirarse amenazando:

—Vamos a regresar al rato, puta de mierda.

Dalia le pone pito con su dedo cordial mientras se limpia con el dorso de la otra mano la sangre escurriendo de su boca.

Un par de portazos.

Los policías han salido del hotel y, tras escuchar-se el motor de la camioneta encender, finalmente se retiran alejando paulatinamente su peculiar sonido de torreta hasta desaparecer por completo en el suspenso del drama.

—¿Estás bien? —me pregunta angustiada ayudándome a salir de la cisterna en el patio y protegiéndome del frío del agua estancada con una frazada.

 

Continúa 41

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Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






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EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".