La contradicción es un buen síntoma

El viernes pasado, luego de días de especulación sobre el regreso presencial a las clases en la UAEH, un comunicado institucional informó que siempre no, que las clases permanecerán en la modalidad virtual hasta que el semáforo epidemiológico lo permita.

El descontento de los estudiantes fue evidente, sus argumentos iban de la falta de información, de las múltiples confusiones a la hora de dar indicaciones sobre el supuesto regreso a clases y de la falta de empatía de la universidad para con los estudiantes foráneos.

A esto se sumó la noticia del arraigo domiciliario de Gerardo Sosa Castelán y la importancia que se le dio al hecho en las redes institucionales. Frente a esto, los alumnos se organizaron para hacer un paro a modo de protesta frente a las torres de rectoría. Estas expresiones de inconformidad estudiantil son un fenómeno relativamente nuevo en la comunidad UAEH.

Desde la participación en las marchas de 2019 para exigir seguridad a la comunidad estudiantil, el despido de varios profesores a raíz de los tendederos del acoso y la visibilización y difusión de los grupos detractores del presidente del Consejo Estudiantil Universitario, Esteban Rodríguez Dávila, por la supuesta negligencia con la que trabaja y la falta de apoyo, la comunidad de estudiantes de la UAEH parece tener un despertar sin precedentes.

Es de celebrar que exista una juventud inconforme, es de celebrar que esta inconformidad nazca en las entrañas de la universidad pública, es de celebrar que haya gente sin miedo que luche por causas comunes. Es de celebrar que existan las contradicciones y es de celebrar a todas las juventudes que están tomando la palabra porque, como ellos mismos lo dicen: sin estudiantes, no existe universidad.


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