El análisis de Daniel Cosío Villegas en materia de las estructuras políticas que mantuvieron subyugado al Poder Ejecutivo en México derivó en la construcción del arquetipo de “monarquía sexenal”, despejando dudas sobre el poder “electo” del Ejecutivo y el absolutismo político que por décadas tuvo en sus manos la clase política del PRI.
A la alternancia política que logró el panismo y la transición a la democracia se adhirieron diferentes fuerzas políticas, inclusive las de izquierda, que vieron una ventana de oportunidad para extinguir la monarquía sexenal y dar paso a gobiernos donde la democracia fuera el signo de un país que respetaba la voluntad del pueblo y fuera pueblo en voluntad.
En este planteamiento de extinción de la monarquía sexenal, Andrés Manuel López Obrador causó un colapso al ir en contra del poder corrupto que primaba en la clase política fundacional de los regímenes emanados de la revolución y la institucionalización del poder, que se habían erigido como una casta omnímoda, es decir, que tenía un poder absoluto sobre la vida política y más allá de ésta.
Durante su sexenio, el tabasqueño encabezó una lucha que trató de visibilizar la corrupción e impunidad y a quienes las ejercían, pero su retórica fue utilizada por la oposición para herir su palabra, al grado que las conferencias mañaneras se manejaron por la difusión mediática, mayoritaria, por cierto, de la oposición para ser convertidas en afrentas, en insultos, lo cual jamás han sido.
El enfrentamiento directo de López Obrador por tratar de extinguir la monarquía sexenal se direccionó al Poder Judicial, brazo operativo del Poder Ejecutivo, que por décadas hizo y deshizo en la conducción del Estado; en los hechos, el presidente tocó las fibras sensibles e íntimas del control antidemocrático del Poder Judicial, y esto llevó a la oposición a pronunciarse por la interferencia del Poder Ejecutivo, acusándolo de ser lo mismo que habían sido sus predecesores.
Construir un país en democracia ha sido el mayor obstáculo de López Obrador para extinguir la monarquía sexenal, porque la clase política fundacional, e inclusive la mayoría de la ciudadanía, ha utilizado el vocablo “democracia” para maquillar el juego de intereses y la concentración del poder, signo inequívoco de que esa monarquía sexenal, para su extinción, requiere una conciencia política y claridad mental que las mañaneras no lograron generar.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
