La nueva ruta de la seda

China está de fiesta y con mucha razón. El domingo y el lunes, Beijing será la sede de una cumbre que reunirá a 28 jefes de Estado y de Gobierno de varios países del mundo, quienes hablarán sobre comercio y proyectos de infraestructura destinados a revivir uno de los primeros caminos que abrieron paso al comercio internacional y al descubrimiento de América, en la conferencia sobre la nueva ruta de la seda, también conocida como “Una correa de un camino” (OBOR), la cual tiene como objetivo crear nuevas oportunidades de desarrollo para las  provincias pobres de China occidental, pero que involucra a todos los países que un día estuvieron a lo largo de esa ruta milenaria.

Así, China pasa a posicionarse estratégicamente para influir de manera decisiva en el proceso de integración de Eurasia a través de la nueva ruta de la seda. Para ello, China ha optado por la inclusión, sin importar los tipos de gobierno, las ideologías o regímenes políticos existentes en los países, invitando a todos los actores públicos y privados a participar en este proyecto; todo dentro del contexto de la economía de mercado y al margen de la ayuda al desarrollo.

Sin duda alguna, un proyecto tan ambicioso va a impactar en la Unión Europea, en Europa Oriental, en la región de los Balcanes, Oriente Medio y Asia Central, pero su éxito va a depender de la voluntad política de los gobiernos para incorporarse a él, para impulsar su desarrollo y moldearlo, convirtiéndolo en un motor del crecimiento económico y del desarrollo regional.

Pero más que una conferencia se trata de un foro internacional sobre un proyecto ambicioso de infraestructura y comercio que unirá a África, Asia y Europa. Este proyecto, sin duda, contribuirá a aumentar la influencia de China fuera de sus fronteras a expensas de Occidente, ávido de las inversiones chinas para superar la crisis y el lento crecimiento de su economía.

Esta conferencia ha sido calificada como la mayor reunión diplomática del año en China, la cual había sido anunciada por el presidente Xi Jinping en Davos, en enero pasado, cuando haciendo frente a la prédica proteccionista de Donald Trump, el presidente chino pasó a convertirse en el defensor del libre comercio.

La conferencia sobre la nueva ruta de la seda no está relacionada con la Cumbre del Grupo de los 20 (G20), la cual se efectuará en Alemania del 7 al 8 de julio próximo, pero tampoco tiene vínculo alguno con la Cumbre de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC); se trata de un foro donde se expondrán los grandes proyectos de infraestructura y comercio para revivir la ruta de la seda.

Este gran proyecto comercial y de infraestructura que pretende unir a Asia, Europa y África no es una idea nueva. Xi Jinping habló por primera vez de él en el otoño de 2013 en Kazajstán y en esta columna hicimos referencia a ello. Desde entonces, se han producido más conferencias y reuniones en China y en el extranjero dedicadas a discutir sobre los medios para materializar ese proyecto. Pero esta vez, China quiere pasar de la discusión a los hechos en esta cumbre internacional de alto nivel.

A esta cita están invitados no sólo jefes de Estado y de Gobierno: se han dado cita empresarios, representantes de instituciones internacionales y de la sociedad civil, intelectuales y todos los medios de comunicación del planeta, por lo que se espera a más de mil doscientas personas. Entre los líderes del mundo presentes destaca el presidente ruso, Vladimir Putin, los primeros ministros de España, Grecia, Italia, Hungría.

Sin duda, se trata de una expresión abierta de poder y capacidad de expansión de China en la región, la cual provoca cierto temor en Bruselas, Moscú y Nueva Deli, por mostrar la creciente influencia de China en Asia Central y más allá de esta región. Pero el gobierno chino, precisamente, pretende utilizar esta conferencia para aclarar las dudas y los miedos entre sus vecinos y socios, pues la intención de Beijing es que la nueva ruta de la seda aparezca como un proyecto de cooperación regional y no como una imposición; un proyecto que deberá ir sumando planes de infraestructura nacionales, construyendo así la infraestructura para la integración y el comercio regional.

Pero detrás de esto hay mucho más. Estratégicamente, China está tratando de exportar su exceso de capacidad de producción de carbón, acero, aluminio, por ejemplo, y de crear nuevas oportunidades de desarrollo en los mercados emergentes; a la vez, aspira a mejorar su acceso a los recursos energéticos que necesita y materias primas. Es por eso que la nueva ruta de la seda se basa en la creación de ferrocarriles y corredores marítimos que interconectarán las diferentes regiones de Asia Central y el sudeste de Europa.

Son grandes proyectos de infraestructura financiados y controlados por China. Para comenzar, existen fondos por 40 mil millones en participaciones de las compañías que trabajan ya en estas nuevas rutas de la seda; además, 100 mil millones del Banco Asiático de Desarrollo para inversiones en infraestructura, donde participan 57 países como accionistas, pero China desea que se sumen otros países y aumente el capital para esas obras gigantescas que se han diseñado.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.






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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.