- No te empaches, Chencha, que todavía tenemos un largo camino por recorrer.
En las recientes giras que ha emprendido el presidente Andrés Manuel López Obrador, (Manuelovich), un fenómeno creciente es que, cuando los gobernadores lo acompañan y éstos hablan, el público los abuchea y les mienta la madre, pero cuando habla el Peje sólo existen vítores y aplausos aunado a que cuando termina sus discursos la gente se arremolina y atropella para saludarlo, pedirle algo o simplemente palmotearle la espalda.
Es tan impactante la popularidad de Manuelovich: donde llega, llena, y esto no se debe a las prácticas clientelistas o de acarreo, lo cual no quiere decir que no haya intereses creados, pero su carisma es indiscutible, al grado que existen sondeos que indican que de cada diez mexicanos que lo conocen, ocho tienen una opinión favorable, lo que no es nada desdeñable y, hay que decirlo, los presidentes que lo anteceden no contaron con estas muestras de aprobación.
De campo raso, con ganas, huevos e incluso simpatía, AMLO se viste y viste en cada acto y en cada comparecencia, donde con expectación el pueblo, su pueblo, se entrega en arengas y consignas para tratar de encontrar el camino perdido de ese México que se extravió ante la corrupción, la impunidad y el crimen.
Resulta vertiginoso el paso de este político maduro, cansado y con cara de hombre bueno, que en cada discurso desata fuerzas, abre frentes innumerables y genera escepticismo, pero que tiene un capital político envidiable que lo acompaña y prohíja con actos de humildad como el uso de su automóvil o los aviones comerciales.
Todavía en la sumatoria sexenal no podemos advertir si México será un mejor país en relación a otras administraciones, pero algo queda claro: Manuelovich chambea todos los días con un singular entusiasmo que inicia muy temprano con su conferencia matutina -y debemos reconocer que ya no es joven-, se parte la madre día con día y el cuerpo no parece alcanzarle. Equivocado o no, es un guerrero, el político que todo mundo espera, incluso, la clase política.
Es una grata sorpresa este mexicano que se mira desde el pueblo, sobrio, gracioso y con un espíritu nacionalista pocas veces visto.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
