Malala Yousafzai y el amor a la justicia

Malala es un ícono de nuestra época gracias a su valor y determinación para luchar por el bien de la humanidad, activismo que ya le valió el Premio Nobel de la Paz. 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Se le puede ver caminando en las calles de Londres en una fría mañana donde las hojas de los árboles enjugan sus pasos, siempre afable, siempre con una sonrisa esperanzadora que pocos advierten en el ajetreo londinense, mientras sus pensamientos se dirigen hacia crear un mundo mejor.

A los 15 años, Malala Yousafzai sufrió un atentado en Pakistán: una bala penetró su cráneo y casi nulas eran las posibilidades de que sobreviviera, pero lo hizo y levantó su puño con la dignidad no de una heroína, sino de un ser humano.

Malala era prácticamente una niña, en su colegio había destacado por su pensamiento claro, su constante pensar para pensar al mundo y transformarlo en un espacio de entendimiento, comprensión, concordia y solidaridad, donde las mujeres pudieran expresarse con equidad y simetría de oportunidades en paz y justicia.

El activismo de Malala sigue cautivando al mundo porque toca las fibras más sensibles del tejido social; en ella se envuelve la génesis de la generosidad espontánea, aquella que nace de una inteligencia que percibe que la tierra no es de la humanidad, sino que la humanidad es de la tierra y debe preservarla y compartirla en colaboración y solidaridad, porque esa es la esencia de los humanos.

A los 17 años, Malala Yousafzai recibió el Premio Nobel de la Paz, siendo la persona y mujer más joven en recibirlo; logro que con humildad no atribuyó a su activismo social, sino al amor que siente por la humanidad, que debe levantarse cada día para luchar contra la injusticia como un acto de conciencia irrenunciable para que el legado de la humanidad sea la verdad y la paz.

La defensa de los derechos civiles en Malala y desde Malala ha adquirido una dimensión distinta a nivel internacional. Su lucha constante por las mujeres más allá de Khyber Pakhtunkhwa, donde a las niñas se les tenía prohibido asistir a la escuela, ha creado una cruzada internacional por la equidad social, la cual no es vista por Malala como una condición de género, sino como una perspectiva de libertad mundial, por lo que los intentos de asesinato de los que ha sido objeto han indignado a la comunidad internacional, que busca nuevos caminos de concordia para ampliar la perspectiva de un mundo de paz.

La lucha de Malala ha trascendido más allá de Pakistán y las calles de Londres. Hoy en cualquier latitud del planeta el activismo de Malala Yousafzai abre las grandes alamedas de la humanización del tejido social, condensa el espíritu libertario del siglo XXI, donde los seres humanos debemos encontrar el diálogo de comprensión y concordia que permita construir una vida digna y en equidad.

Estas premisas lograron, por iniciativa de Malala, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) consagrara en 2015 el derecho a la educación de todos los niños del mundo.

Es evidente que no podemos pensar al mundo como una ínsula que discrimina. Malala es un ejemplo de las mujeres en la consolidación sin distinciones de la dignidad humana, que hoy se multiplica en millones de personas que han entendido que nuestro tejido social es una hebra intrincada de multiculturalidad, donde todos somos valiosos y nuestra diversidad nos une, con la particularidad que nos caracteriza como seres irrepetibles de nuestra biodiversidad.

Los pasos de Malala resuenan como ecos de la conciencia cierta; se entrecruzan sus pensamientos en el activismo femenino que busca la equidad en paz y concordia como una suave llama de esperanza, libertad y justicia, en un mundo que se comprenda y se comprometa para que las fronteras, la raza, el credo o la ideología, no escindan la vida de nuestra humanidad.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.