Hoy, Día de la Independencia en Estados Unidos, los sectores de élite cuyo conservadurismo ha instrumentado los contratos sociales que apuntalan leyes que reproducen su hegemonía en el orbe -pero con majestuosa singularidad en América Latina- se encuentran viviendo épocas amargas frente al ascenso de una vertiginosa resistencia social que los impugna y los desvela como los culpables de la marginación y la pobreza a través de la violencia de Estado y de la reproducción cultural como epicentro de su dominio.
Frente a la debacle de la derecha en diferentes latitudes, sobresale como común denominador el cuestionamiento acerca de la necesidad de cambiar su narrativa para hacer frente al discurso y conducción de izquierda; cuestión que no tiene sentido, porque en contrafacto no es el discurso de los sectores y partidos de la derecha lo que ha permeado en su derrota, sino en los hechos, como no asegurar una vida digna y de calidad para la mayor parte de los sectores sociales que en el planeta se encuentran en la pobreza extrema y sin poder reivindicar su existir.
Por ende, no podrá la derecha internacional jugar al camaleón en un mundo que es “menos ingenuo”, o por lo menos, más ducho en intuir los abusos de los sectores de élite, por lo que más allá de las antiguas discusiones ideológicas entre derecha e izquierda, bien o mal, eficiencia o deficiencia, se encuentran las asimetrías de oportunidades sociales que los sectores conservadores del dominio político, económico y cultural del Estado han creado para su reproducción y hegemonía, causando estragos, muerte y pauperización social.
En este escenario, la única forma en que la derecha pueda encumbrar un proyecto político válido sería crear un oasis de oportunidades sociales y generar una capilaridad y movilidad social de tal magnitud, que genere un mito y esperanza de concreción pública que cualquiera pueda asumir y admitir que el que trabaja puede tener un modo digno de vida, cuestión que es menos posible que un pedo en un huracán perdure.
No es la narrativa política, es el hambre que causaron los sectores de derecha a nivel mundial la que los tiene en jaque; esa misma hambre que experimentan más de 7 mil millones de personas en un planeta que no nos pertenece a todos, sino a los sectores de élite que hicieron de la narrativa del combate a la pobreza el mito dorado de su riqueza.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
