PRI en Pachuca, sin rumbo ni puerto

El Comité del PRI en Pachuca se ha convertido en un berrinche tremendo para el grupo osorista que busca a toda costa hacerse de dicho espacio con tal de mostrar el poderío de su Club de Toby de la Madurez.

Desde el año 2016, cuando David Hernández Martínez fue “bajado” de las listas de regidores por Pachuca, se escuchaba que era para colocarlo en un mejor lugar a la cabeza de la estructura priista del mismo municipio.

Cabe resaltar que su anterior encargo fue como subsecretario de la SEPLADERYM –desparecida por su ineficiencia y el gravoso costo que representaba-, adonde arribó por el compadrazgo de su padre, David Hernández Madrid, con Alberto Meléndez Apodaca; curiosamente, éstos últimos trabajaron juntos en el CDE del PRI Hidalgo en las elecciones con los peores resultados en la historia tricolor y, cuentan, con bastantes grillas por echarse la culpa mutuamente.

Hernández Madrid se ha caracterizado por golpear políticamente a cualquiera de sus compañeros de grupo político con tal de obtener mayores prebendas. Actualmente se le puede encontrar a cualquier hora del día comprando su dotación de bebidas espirituosas, o por lo menos es lo que se cuenta, mientras vive holgadamente de sus guardaditos hechos a lo largo de su “trayectoria política”.

Actualmente su hijo, el joven Hernández Martínez, pelea incansablemente la presidencia priista pachuqueña mientras su mala fama se hace presente en todos los rincones. El rechazo de las estructuras, cada día más latente, así como su deficiente perfil político, lo llevan a organizar colectas de ropa a través de dudosas asociaciones civiles, lo cual dibuja una falta de visión, sensibilidad social y capacidad de dirigir cualquier proyecto.

Llama la atención que sus constantes fallas deben ser subsanadas por un ala del grupo osorista conocida como el “Club de Toby en la Adultez”, pues se constituye por un grupo de varones maduros que pretenden vivir una segunda juventud llena de poderío en la que pueden imponer a placer a sus favoritos de las trasnochadas.

El caso de David Hernández Martínez refleja una de las peores tradiciones en los grupos políticos hidalguenses: los líos de faldas, pues se cuenta que el berrinche por colocarlo a él como dirigente municipal se debe a un conflicto por la misma dama entre otro aspirante a la dirigencia procedente del mismo grupo y uno de los cabecillas del Club.

Es decir, la estructura priista está supeditada a los caprichos y problemas amorosos de todo un grupo político, es por eso que se puede llegar a imponer a un joven de figura endeble que no es capaz de generar un solo discurso y mucho menos empatía con la ciudadanía.

Prometen millones de pesos invertidos en la contienda a cambio de pasar por alto la falta de carácter, liderazgo y capacidad del joven heredero de una parte del grupo osorista, quien no ha logrado, en más de un año, concretar apoyos de los diversos sectores y seccionales; tampoco sabe resolver la más mínima petición de gestión, pues se quedó acostumbrado al trabajo de subsecretario, donde no tenía que hacer absolutamente nada y le bastaba recibir millonarias cantidades para financiar sus lujosas fiestas de las que muchos rumores existen y lo dejan muy mal parado.

Ni hablar de cercanía con las personas para conocer sus problemas, ya que es una persona apática y aislada; como remate del pretencioso joven ya se dice que “tiene la sangre muy pesada”.

Una vez más la política hidalguense se centra en pasiones privadas llevadas al escenario público por un grupo de hombres con ímpetus machistas, antecedentes de corrupción y la falsa percepción de que los lugares en la política hidalguense son hereditarios.