PRI protege corruptelas de Olvera

José Antonio Meade se prepara para orquestar el fraude electoral de 2018, tarea para la cual ha recurrido al apoyo de tres exgobernadores que han destacado por sus mapacherías y más: Humberto Moreira, Eruviel Ávila y Francisco Olvera.

La flamante terna ha sido protagonista de libros, investigaciones y artículos de opinión por múltiples acusaciones que abarcan una infinita gama de posibles delitos, que generan imágenes tan repudiadas como la de Javier Duarte con la marca de corrupción aunada al PRI.

El exgobernador hidalguense es un claro ejemplo de violencia, corrupción y fraudes electorales que van desde su pasado como porro universitario, dedicado a golpear y amenazar gente, sin contar delitos más graves que se retratan en el libro prohibido “La Sosa Nostra”, que lo colocan como un peligroso agresor.

Durante su candidatura no recibió el beneficio de la votación hidalguense, la ganadora en urnas fue Xóchitl Gálvez, actualmente jefa delegacional de Miguel Hidalgo en la Ciudad de México.

A Xóchitl Gálvez el equipo de Francisco Olvera se encargó de destrozarle oficinas, viralizar amenazas y realizar una de las compras de voto más caras en la historia hidalguense, obviamente, con una feroz campaña de difamación –por cierto, modus operandi que recientemente se vuelve a poner de moda en la entidad-, sin lograr ganar el favor de la ciudadanía, al grado de tener que utilizar diferentes medios para que los números favorecieran al exporro.

Ahora, Olvera Ruiz se une al precandidato priista en la Ciudad de México, con la promesa de ganar una elección en la forma más sucia y corrupta que se pueda ver, claro, a cambio de protección por los enormes desfalcos que realizó directa o indirectamente en el estado de Hidalgo.

Como muestra de los niveles de corrupción que maneja el exlíder de la FEUH podemos notar que justo el día de su nombramiento como delegado especial del PRI con facultades de presidente del Comité de la Ciudad de México, se sanciona con una multa a Sergio Islas, exdirector del Sistema de Radio y Televisión de Hidalgo, quien fue implicado en desfalcos millonarios de la institución que encabezaba.

El gobierno de Olvera Ruiz estuvo marcado por el bloqueo de medios de comunicación para informar sobre la grave alza delictiva generada por sus precarias medidas en materia de seguridad.

Basta recordar que los carros completos que el exgobernador presume se generaron porque la mayoría de candidatos no pertenecían a su grupo político, los espacios ganados por su séquito son los que cuentan con peores antecedentes, acusaciones y reclamos.

José Francisco Olvera olvida que durante su mandato pasaba desapercibido entre el público, que a duras penas le ofrecía un aplauso o una muestra positiva de aceptación, que fue sumamente criticado por sus malas decisiones, los grandes desvíos que se hicieron evidentes y su mandato gris.

Ahora, por una decisión incomprensible para los hidalguenses, el exgobernador Francisco Olvera no pisará la cárcel y, al contrario, sería premiado con una diputación plurinominal que se convertiría en su mejor garantía de fuero para no responder ante la justicia por sus actos de corrupción; a cambio, operará políticamente la capital del país, aunque se le apuesta muy poco a este personaje.

Ahora vemos cantidad de olveristas festejando el arribo de su líder a la Ciudad de México, porque ahora de nuevo se sienten protegidos y con fuentes económicas para seguir ensanchando sus arcas particulares.


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