La persecución de los pueblos originarios en América Latina, sobre todo en Chile y Argentina, atiende a la expansión económica de empresas privadas locales y transnacionales, que buscan explotar los bosques y tierras de cultivo. Estos atropellos ya han causado alerta entre organizaciones de derechos humanos por las muertes violentas registradas a finales de 2023 y principios de 2024.
La heroica defensa de los pueblos originarios en la Araucanía desde el siglo XVI ha pasado prácticamente desapercibida, pues no se ha puesto bajo los reflectores de la misma forma en que se hace con otros conflictos internacionales, como la guerra en Ucrania o la violencia en Palestina.
La actuación de la ONU en la protección a los pueblos originarios ha sido miserable, pues al no ser Estados nacionales, los minimiza, ejemplo de ello son la Cataluña, el país vasco o el pueblo kurdo.
En México, la defensa de las lenguas maternas de los pueblos originarios también es una evidencia de la persecución de Estado, ya que se encuentran en un proceso de extinción derivado de las mínimas acciones que los gobiernos realizan para tratar de preservarlas.
Los ejemplos de persecución de Estado contra los pueblos originarios se multiplican en todo el continente, sin que exista freno a las tropelías y contubernios de los apetitos de mercado que han orillado a su extinción.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
