Renegociación del TLCAN, de la amenaza al ridículo

El próximo 16 de agosto inician las conversaciones para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), luego de más de 23 años de vigencia y 24 de haber concluido su negociación entre México, Canadá y Estados Unidos, porque el presidente Donald Trump considera que ha lesionado la economía de su país.

Lo interesante de este tema, ahora que Trump comienza a enfrentar el desacuerdo por sus políticas entre los republicanos, es que al parecer ha moderado su posición inicial respecto al TLCAN. Los representantes comerciales de Estados Unidos presentaron el lunes pasado sus objetivos para la renegociación del Tratado, dejando clara su posición, la cual puede resumirse como la lucha contra la deslocalización de su planta productiva y su oposición al déficit comercial actual con respecto al comercio con México.

Recordemos que poner fin al TLCAN fue uno de los ejes de la campaña de Donald Trump, por lo que de cara a su posible reelección está obligado a responder frente a sus electores. Pese a ello, los analistas consideran que sus propuestas en la renegación suenan muy moderadas y hasta vagas en algunos casos, muy lejos de las posiciones radicales de su campaña y de su amenaza de salir del TLCAN para proponer acuerdos bilaterales a México y Canadá.

Lo más absurdo de la renegociación será reunir a las tres partes relacionadas con el TLCAN para no hacer absolutamente nada, si en el fondo Trump no se propone modificar los términos del acuerdo comercial. Lo anterior se plantea porque, al parecer, Estados Unidos no quiere perder el marcado en el que vende un tercio del total de sus exportaciones, pero sí quiere proteger las industrias sensibles, como la automotriz, y reducir a toda costa el déficit comercial con México, el cual alcanzó 63 mil millones de dólares en 2016.

En todo caso la renegociación del TLCAN no será fácil con esos objetivos y los compromisos de Trump frente a sus electores. Pretender proteger las industrias consideradas estratégicas bien implicaría que México volviera a cerrar el sector energético, incluyendo PEMEX y la CFE, lo cual sería un retroceso en la liberalización de los mercados dentro de la zona de libre comercio creada entre los tres países del norte del continente, pues implicaría la reinstalación del proteccionismo comercial.

Pero en todo ello, quizá las negociaciones se centren en una parte más técnica: hacer a un lado el arbitraje en caso de dumping y subvenciones, lo cual pondría a México contra la pared y se vería sometido a los intereses de Estados Unidos y de Canadá.

Por lo pronto, las autoridades de México y Canadá, al conocer los objetivos de Estados Unidos, se han sorprendido por su ambigüedad y ligereza, algo que ha aliviado a las autoridades mexicanas, que esperaban lo peor.

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Por: José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.


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CONTEXTO ECONÓMICO GLOBAL - José Luis Ortiz Santillán

Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.