Ser y Devenir 124

Es la última semana antes de las vacaciones de invierno, los ánimos están agitados por la ansiedad de regresar a casa y la nieve se apodera del entorno en constante crescendo. ¿Qué hace un pino en medio del pasillo principal del castillo? Los adornos de navidad atiborran el internado, las misas son diarias y, aunque no todos comulgan con alguna de las religiones derivadas del cristianismo, es una obligación asistir y, peor aún, hacer un ensayo sobre los temas tratados en dichos rituales culeros-arcaicos. ¡Váyanse a la mierda! No quiero escribir nada de eso. ¿Y la libertad de elección? No quiero asistir a sus pendejadas o algo malo va a pasar. Algo malo va a pasar.

Are you mexican or mexica? —me preguntó el fantasma.

Mientras tanto el castillo Humboldt simplemente aguarda, pacientemente espera su pacífico tiempo y místico momento, que las energías se disuelvan con calma cuando los alumnos se vayan. Así podrán manifestarse sin temor sus almas atrapadas.

—Verifica bien las porciones —me dice Noah acompañado de Bob, Sam y Benson.

Estábamos trabajando en el laboratorio de química, teníamos que fabricar pólvora para una competencia de explosiones que iban a determinar nuestra calificación semestral en la asignatura de Ciencias y, nosotros, el equipo naranja era el único que aún no había terminado. Los cuatro tenían miedo de tocar el material por lo que yo era el único que lo estaba manipulando. Hay que tener mucho cuidado.

—No le eches tanto salitre —me dice Bob.

—Más azufre —me dice Sam—. Menos azufre.

—Así está bien de nitrato —me dice Noah.

La pólvora está lista, la guardamos en cajas de madera y sólo restaba probarla antes de presentarla en clase.

Orange is the colour! —grita Benson en festejo cuando, sorpresivamente, aparece el líder nazi Joseph Kalten dándole un zape:

—¡Ya deja de decir la misma estupidez de siempre, maldito debilucho!

—Ya déjanos en paz, Kalten —le advierte Bob.

—¿Y si no quiero, maldito marrano?

—Somos más que tú —le advierte Sam.

—¡Tú cállate, maldito simio!

—No le digas así —le advierto.

—Y tú regresa a tu país de mierda, maldito mexica.

Me le dejo ir para golpearlo pero me esquiva, choco contra una de las mesas y, apenas volteo, me propina un puñetazo que me rompe nuevamente la nariz. Comienzo a sangrar, levanto la vista y, milagrosamente, mis amigos le echan montón con suma valentía; empero, Kalten es muy fuerte y, uno a uno, los deja fuera de combate. A Bob le saca el aire, a Benson lo avienta lejos como si fuese un muñeco de trapo y a Sam, de manera traicionera, lo derriba con una patada en los güebos. Noah lo muerde en el brazo y, mientras Kalten se lo quita, yo le pego torpemente en la cara pero no le pasa nada. Me propina otro puñetazo.

¡Ah!

Kalten sujeta con extrema facilidad a Noah por el cuello, lo azota contra la pared y, estando a punto de golpearlo, entra el profesor Lisieux quedando sorprendido por todo el cuadro. Mis compañeros lastimados en el suelo, yo batido en mi propia sangre y Noah llorando.

I’m gonna kill you, fuckin’ mexica —me amenaza Kalten antes de irse castigado, otra vez por indisciplina (y no por agresión y lesiones), a la oficina del director.

Are you all right? —nos pregunta el profesor, lo miramos y, aún adoloridos, apenas asentimos.

Al día siguiente hicimos una prueba en el bosque, una planicie cubierta de una gran capa de nieve inmaculada que nos ayudaba a medir con claridad la explosión sin ningún peligro.

—¿Listos? —les pregunto al acomodar el dispositivo entre la nieve y extendemos una mecha de casi dos metros—. Pues a ver qué pasa.

Enciendo un cerillo que se apaga antes de llegar a la mecha, enciendo otro y se apaga justo en la mecha pero sin prenderla y, finalmente, al tercer cerillo la mecha prende vigorosamente y nos echamos a correr torpemente hundiéndonos en la nieve.

¡Boom!

La explosión hizo un profundo boquete de más de diez metros de diámetro. Los cinco gritamos de emoción, alegría y sensación de futura victoria.

—¡Vamos a ganar la competencia! —exclama Benson alegre—. ¡Y se lo voy a contar a toda mi familia en la cena de Navidad!

Sin embargo, sufrimos un infame atentado. Esa noche nos robaron la pólvora. Estábamos seguros que había sido el equipo verde de los neo-nazis, los únicos que carecían de honor para el descarado hurto, pero no teníamos pruebas. Deliberamos, entonces, entre acusarlos o volver a preparar el material explosivo.

—¡Vamos a acusarlos!

—Van a tomar represalias.

—¡Es que no es justo!

—Yo prefiero reprobar.

—Preparemos más —dije y me ofrecí a hacerlo todo por mi cuenta si ellos me cubrían en las tareas de otras materias. Aceptaron.

—Vamos, despierta —le digo a Noah en la madrugada.

—No quiero ir a la escuela, mamá —responde aún medio dormido.

—Ya estás en la escuela y yo no soy tu mamá.

—¿Serner?

—Acompáñame al laboratorio.

—¿A esta hora? —y bosteza— ¿Qué hora es?

—Son las tres de la mañana y necesito que me eches me aguas.

—¿Aguas?

—Se supone que ya no podemos pedir más material.

—¿Lo vas a robar?

—Lo vamos a robar. ¡Levántate!

Entramos al laboratorio metiendo un cuchillo entre la puerta y el marco, a la altura del cerrojo, para empujar el pestillo. La puerta rechinó un poco. Noah se queda vigilando mientras yo reviso las gavetas con mi lámpara suiza. Encontré los materiales, sólo tenía que vaciar las raciones necesarias y comencé con el más peligroso.

—¿Escuchaste eso? —me dice Noah asustado.

—¿Qué?

Y se queda callado.

—¿Qué? —insisto.

—No estoy seguro.

Nos quedamos algunos segundos en silencio, atentos al menor ruido y movimiento.

—No es nada —le digo y continúo.

Segundos después, Noah emite un grito que me hace brincar del susto y dejo caer parte de la sustancia al suelo.

—¡Qué te pasa! —le reclamo.

—Es… —dice pálido y temblando— Es el… El…

—¿Qué?

Noah cae desmayado, yo me pongo de pie para ayudarle pero quedo paralizado, impresionado, pasmado de frío cuando veo al niño de la pintura con el uniforme antiguo.

Are you mexican or mexica?

 

Continúa 125

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Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






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EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".