Ser y Devenir 125

Encontré unas escaleras intencionalmente escondidas que, cubiertas por el tiempo distante, subían una eternidad en forma de caracol hasta el techo de la torre y, al recibir el viento helado del norte, observé las poderosas cumbres de las montañas nevadas. Ahora entiendo la soledad. Estar en el punto más alto del castillo me vitalizaba. Ahora comprendo mi soledad. Me quité los zapatos, los calcetines y sentí un frío de energía en los pies. Me siento fuerte. Me quité la chamarra, los dos suéteres, camisa y camiseta. Abro los brazos vigorosamente. Me quité el pantalón, los calzones y desnudo me acerqué a la orilla sin temor a nada. Cuando no tienes esperanza ni la muerte espanta.

—El superhombre es aquel que determina su propia moralidad —digo en voz alta.

¿Qué es el bien? Lo que es bueno para mí. ¿Qué es el mal? Lo que es malo para mí. ¿Y qué es bueno y malo para ti? Depende. De cómo me sienta. Porque no siempre me siento igual. Ello dependerá de otros factores imposibles de formalizar. No tengo un manual. No es criterio sino síntoma. Todas mis acciones son buenas porque las siento así. ¿O las siento así porque son buenas?

Despierto agitadamente en la enfermería del internado.

—¿Estás bien? —me pregunta Noah.

—¿Qué pasó?

—Estabas exponiendo en clase y de pronto te quedaste callado, inmóvil y mirando a la nada.

—¿Cuánto tiempo estuve así? —pregunto luego de que no logro recordar nada.

—¿Ya te había pasado?

—No. No así.

—¿Entonces cómo?

—No sé. Pero no así.

—Estuviste como cinco minutos sin decir nada, el profesor Williams envió a alguien por la enfermera y, de pronto, como si no hubiera pasado nada, regresaste a tu exposición pero…

—¿Pero qué?

—Ya no eras tú.

Y, tras un silencio observándome fijamente a los ojos, volvió a decir:

—Ya no eras tú.

Ahora sí necesito el medicamento.

—Buenas tardes —llegó diciendo Higgins, el prefecto de primer año, acompañado de la veterana enfermera y el doctor Lamm, un joven médico del St. Andrew’s Hospital—. ¿Por qué no está en su clase, mister Bernstein?

—En este momento me voy —le responde Noah y sale rápidamente.

—¿Cómo se siente, mister Serner?

—Cansado.

—¿Puedo revisarlo? —me pregunta Lamm.

—Sí, no hay problema.

La luz chillante de su lámpara en mis pupilas gesta una sucesiva migraña, su estetoscopio detecta mi irregularidad cardiaca y, al medirme la presión, hace un gesto terrible de preocupación. Revisa un fólder, supongo mi expediente, y se dirige a Higgins:

—Lo veo estable, pero que se reincorpore a clases hasta mañana. Le haremos estudios si se repite el episodio. ¿Puede llenar el formulario del seguro médico, profesor Higgins?

Los tres salen, suspiro hondo y me quedo mirando la lámpara rectangular en el techo. Parpadea levemente, brevemente, pausadamente. Mis pupilas. Mi cabeza. Mi mente.

—Puedes interpretar los conceptos desde el ser o desde el devenir.

—Ese es el dilema.

Cuando Nietzsche habla del superhombre se está refiriendo a aquel que crea su propia moralidad a partir de su cuerpo, singular instinto y consecuentes necesidades materiales-mentales. Es una caracterización del devenir y no un deber ser. Es decir, no es que debamos ser superhombres sino que, así como el hombre moderno fundamenta el valor moral de sus acciones en cosas externas a él, sólo el superhombre puede determinarse su particular línea de demarcación entre el bien y el mal.

—El hombre es algo que tiene que ser superado —me dice Nietzsche cuando estoy a punto de aventarme desnudo desde el techo de la torre—. No vamos primero a justificar la evolución del hombre y luego decir que ya nos detenemos como el final de dicho proceso. Si estamos explicando el origen del hombre a través de la evolución, ello significa que esto que somos ahora no lo será siempre. El paso que sigue es el superhombre, la respuesta a la pregunta:

—¿ qué quieres?

 

Continúa 126

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".