Apuestan partidos por puro perfil calado, ¡faltaba más!

“Morena y el PRI se muestran conscientes de que no están para experimentos. Seguramente por ello, en sus procesos de selección interna apostaron por lo que consideran seguro: precandidatos calados”.

Apenas se abre el juego, pero Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se muestran conscientes de que no están para experimentos. Seguramente por ello, en sus procesos de selección interna apostaron por lo que consideran seguro: precandidatos calados, es es decir, más para los mismos…por lo menos hasta ahora.

 

En la carrera de destapes, Morena parecía llevar la delantera al anticipar fechas y procedimientos para sus candidatos. Algo, sin embargo, se complicó y se vio obligado a retrasar su selección. Sus nominados para el Senado son Simey Olvera, quien se estrenó en la política compartiendo causas hace más de una década con Xóchitl Gálvez. Simey ha sido dos veces diputada federal y ahora buscará, además de alzar la mano para respaldar las causas morenistas, hacer uso de la tribuna en el Senado. El otro es Cuauhtémoc Ochoa, quien llegó a la Cámara de Diputados con el apoyo del Partido Verde, unos meses antes del proceso de elección a gobernador saltó a Morena y ahora es el impulsor de la Cuarta Transformación a la que tanto criticó.

 

Supuestamente ambos tienen experiencia política y en el ejercicio público, pero hasta ahora sus resultados hablan muy poco de ellos. Como quiera, a consideración de quienes hoy deciden en Morena, son perfiles calados. Una vez más, atrás quedan los anhelos de personajes como Abraham Mendoza, exdirigente morenista y superdelegado, quien ahora sólo alza la voz y saca la pancarta para protestar; buscó, pero no halló lugar para ser el abanderado a la gubernatura y ahora tampoco para representar a los hidalguenses en el Senado. Lástima, porque a los denominados “puros” de la Cuarta Transformación parece alcanzarles para muy poco. Pero bueno, aún quedan las nominaciones para diputados federales, locales, presidencias municipales o, ya de perdida, regidurías.

 

En la esquina de enfrente, la del PRI, las cosas, si no son peores, sí parecen iguales. Para contender por una senaduría ya se anotó Carolina Viggiano, quien parece ir por cada puesto relevante en el estado. “¿Qué otra mejor y con su experiencia?”, pensarán quienes hoy tienen la responsabilidad de garantizar la sobrevivencia de un partido que en los últimos años se cae en pedazos.

 

La capacidad política de Carolina Viggiano está fuera de duda: arrebató a Miguel Ángel Osorio Chong la coordinación de los senadores priístas y luego aniquiló a quien se jacta de ser el único capaz de vencer hoy a Xóchitl Gálvez, al menos en su propia tierra. En fin, quienes conocen al hoy flamante embajador saben que es capaz de presumir eso y más. Sí: la capacidad de Viggiano impidió que Omar Fayad dejara heredero y los afanes personales de uno y otro dejaron hoy al PRI como está: dividido y al borde de la extinción.

 

Otro que una vez más aspira “a servir” a sus paisanos desde la trinchera de la Cámara de Diputados es Francisco Olvera, a quien el propio Omar Fayad señala de haberle dejado un chiquero en Hidalgo y que luego estuvo a cargo del priismo de la Ciudad de México, donde su dirigencia pasó sin pena ni gloria. Ni hablar de cuando fue gobernador, periodo en el que quizá su más importante obra fue concesionar a sus cuates el Tuzobús.

 

La ausencia de rostros nuevos en el priismo se confirma con el registro de Sayonara Vargas, extitular de Educación en Hidalgo, quien ahora busca la reelección como diputada federal por Huejutla, aunque sus paisanos se hayan sentido en la orfandad; vemos también a Fernanda Pasquel por Tulancingo y a Mayka Ortega por el distrito de Tepeapulco, ésta última muy cercana a Viggiano y al menos en el mal carácter parece su clon.

 

Así pues, la apuesta de los partidos y de la nación parece ser cambiar: lo que estaba arriba, abajo; los que estaban fuera, adentro; lo que estaba al lado, al centro. En resumen: cambiar todo de momento para que, al final, nada cambie.

 

Ahí vamos, pero, como dice un viejo y experimentado político: no hay que enojarse, es sólo política y así es la política y nuestros políticos. Nada serio para el país, pues.


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