Hace unos días, en un escueto comunicado se anunció sorpresivamente el retiro de Roberto Mansur Galán como presidente ejecutivo y de su brazo derecho, Roberto Castellón, como gerente deportivo.
Ave de las tempestades, Mansur fue un exitoso dirigente desde que adquirió a los Diablos Rojos en 1981, poco después del cisma producido por la huelga de la Asociación Nacional de Beisbolistas.
Asociado con el ingeniero Alfredo Harp Helú, durante su gestión de 37 años obtuvo 10 campeonatos y estableció la marca de calificar para la postemporada durante 33 años seguidos, misma que se vio interrumpida el año pasado.
Conocedor de beisbol, siempre armó escuadras competitivas y envió a muchos peloteros a las Grandes Ligas, firmándolos primero para los Diablos.
Hombre de carácter fuerte, tuvo serios enfrentamientos con el extinto dirigente del beisbol amateur, el coronel Alfonso López, lo que trajo como consecuencia un pleito que repercutió en los últimos mundiales, en los que casi no participaron peloteros de la Liga Mexicana, y el equipo nacional fue eliminado en la primera ronda.
También se le recuerda por el veto que impuso a Chacho, la mascota de su acérrimo rival los Tigres, en detrimento del espectáculo.
Aquejado por su mala salud, limitaba sus visitas al Foro Sol, pero luego de ganar el campeonato de 2014 con un equipo de novatos, apostó por la mexicanización del equipo para esta temporada y se opuso a la inclusión de peloteros de doble nacionalidad, con el resultado de que no calificó.
Su retiro marca el fin de toda una era y deja un hueco que será muy difícil de llenar en la organización escarlata.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
