La comprensión ontológica 48

Mi pene es más sabio que yo.

 

48.1    Tal parece que es la filosofía misma la que nos impulsa, incita y excita nuestra búsqueda de esencias.

—La unidad en la pluralidad ¿no?

Así comienza todo: metafísicamente.

—No necesariamente.

¿No?

—Hay una filosofía postmetafísica.

 

48.2    Regresamos al Holiday Inn aún por la mañana, le pedí a Dalia que me esperara a una cuadra y me asomé discretamente a la distancia.

Al parecer, nada.

Ningún policía a la vista. Entramos por el acceso de empleados, cruzamos el área de registro laboral y, después de atravesar la cocina principal, llegamos a la zona de habitaciones. No nos confiamos y, antes de subir a nuestro piso, echamos un vistazo.

Nadie en nuestra puerta. Entramos, tomé el dinero y, en menos de dos minutos, salimos del cuarto con nuestras cosas. Regresamos a las escaleras, bajamos corriendo y, a punto de introducirnos a uno de los pasillos que lleva al lobby, nos topamos con uno de los policías judiciales al que tomamos por sorpresa.

—¡Alto! —nos grita.

Lo empujé con todas mis fuerzas y, estrepitosamente, cayó por las escaleras. Tomé la mano de Dalia, corrimos hacia el lado contrario y entramos por un acceso sólo para empleados. Bajamos por la escalera de emergencias hasta un estacionamiento techado y, dirigiéndonos a la parte menos iluminada, nos escondimos detrás de un auto.

—Tengo miedo —me dice temblando.

 

48.3    El filósofo post-metafísico reconoce los límites ontológicos de su discurso, asume la acotación existencial de su perspectiva de la realidad y, sobre todo, re-conoce el carácter íntimamente individual de su poética en el texto. La verdad adquiere características estéticas, el bien se vuelve sensible y la racionalidad implica voluntad de poder, i.e., pensar la sobrevivencia, sentir la moral y considerar la belleza como criterio de la verdad.

 

48.4   Silencio sepulcral en nuestro escondite, el ruido esporádico de los motores y, a la distancia, voces de revisión en todos los espacios del hotel.

—Tenemos que salir de aquí —digo preocupado.

—Hay que esperar.

—¿Y si nos acorralan?

—Tenemos que esperar hasta la noche. Cuando haya menos gente. Hasta que se hayan ido todos podremos salir.

—Tienes razón.

—Y sensibilidad —me dice sonriendo, me abraza y, tranquilizadoramente, suspira en mi cuello.

Por la tarde el escándalo de búsqueda cesó por completo y, ya que había oscurecido por entero, me asomé sigilosamente y, confiando ingenuamente en un posible escape, decidí que era el momento ideal para salir.

—¿Estás seguro? —me pregunta—. Podríamos esperar hasta mañana.

—No, ahora es el momento.

Terrible error.

Fue la ansiedad, los nervios y el temor mezclados los que provocaron mi fatal impaciencia. Mi terrible impaciencia. El trágico final.

El peor error de mi vida.

Atravesábamos corriendo el estacionamiento hacia la rampa de salida cuando, inesperadamente, nos deslumbraron potentes luces policíacas.

—¡Levanten las manos! —un grito de advertencia.

¡Bang!

A pesar de que ambos obedecimos de inmediato.

 

Continúa 49

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".