Ser víctima vende, y Gloria Romero lo sabe

El fin de semana se supo que un Colectivo de Mujeres exigía una disculpa pública de parte del legislador Daniel Andrade Zurutuza para su homóloga Gloria Romero León, por haberle dicho: “Ya no pida la palabra, diputada”. Este hecho muestra la incongruencia bajo la cual se quiere legislar la violencia política de género como delito y no como agravante, y aquí debemos desglosar diversas aristas del caso.

Para empezar, la petición de Andrade Zurutuza de que Romero León dejara de abordar comentarios infructíferos tiene un contexto: en días pasados, la diputada se había enfrascado en una argumentación sin tener información pertinente sobre el tema, por lo que no se trató de un asunto de género.

De hecho, las declaraciones de Romero León sobre el nombramiento del Fiscal Anticorrupción abundaron durante semanas, sin generar ningún efecto mediático -independientemente al género sexual de la legisladora-; ése es el fin que ha perseguido desde su arribo al Congreso del Estado para poder ser candidata a senadora en 2018 por el partido en que milita, el PAN.

Gloria Romero no ha logrado posicionarse mediáticamente ni en la aceptación ciudadana debido a su bajo perfil político; es cierto que fue una representante de la ciudadanía y del albiazul durante décadas, pero ya no tiene la presencia que antes y ganó una campaña a diputada local únicamente por el estruendoso efecto de Yolanda Tellería en la capital. Ésta es una opinión en el tenor político, totalmente al margen de su género sexual.

Romero León ha buscado desesperadamente desplazar a Luis Baños como titular de la bancada albiazul local; se distanció de Yolanda Tellería justo en el momento en que Paola Ludlow -hija de la alcaldesa- comenzó a despuntar como figura en la capital hidalguense; desesperada, comenzó a indagar en archivos para obtener información que pudiera “cantar” para darse a conocer en el estado. Cuando nada de esto le funcionó, vio en el tema de la violencia política de género una bandera perfecta para despegar.

Durante la semana pasada no se cuestionó su género sexual ni su argumentación; más de un legislador le pidió que guardara silencio porque sólo redundaba y no contaba con apoyo. En pocas palabras, Gloria Romero era la única que seguía retrasando una votación porque, al parecer, esa era su intención y se valía de una vieja artimaña política.

Al interior del Congreso del Estado existen reglamentos que deben seguir los diputados locales para debatir en forma responsable, sin retrasar mañosamente votaciones o inferir de cierta forma en las decisiones con fines políticos que no se muestran abiertamente a sus representados.

La frase de: “Ya no pida la palabra, diputada” surgió porque Romero León estaba retrasando una votación trascendental para el estado, sin importar el género sexual al que pertenece la legisladora, quien a todas luces carece de capacidad para desempeñar su papel en el recinto legislativo.

Valiéndose inescrupulosamente del tema de violencia política de género, Gloria Romero busca hacerse caminito bajo esa ruta, pues está consciente de que no es conocida en el estado y de que sin Yolanda Tellería no ganaría ninguna votación, por lo que busca afianzarse como víctima de la violencia de género para asegurar la anulación de la votación de una pretendida candidatura y entonces lograr despuntar.

Táctica sucia de la política, pretensiones inescrupulosas, falta de ética, oportunismo en uno de los temas más sensibles, falta de capacidad política y empatía, así como un nulo liderazgo, todo eso demuestra Gloria Romero bajo el argumento de violencia de género en su contra.

A Romero León le faltan tablas y trayectoria; si se había sentido ofendida de tal manera, era su responsabilidad como representante de un importante segmento de la población femenina tomar la palabra en tribuna al momento; jamás podrán ver a una Carolina Viggiano, Paula Hernández, Nuvia Mayorga, Sayonara Vargas o Erika Rodríguez salir de algún recinto quejándose de violencia sin dar batalla, por eso están dónde están.

Daniel Andrade Zurutuza levantó la voz en nombre de la ciudadanía que representa y le exigió realizar un papel congruente en tiempo y forma, de su compañeros legisladores que estuvieron revisando el tema durante semanas y debido a lo cual se decidió realizar la votación, jamás denostó a la legisladora por ser mujer.

Ciertamente, la crítica a Gloria Romero es por falta de capacidad y efectividad porque le quedó muy grande el papel de legisladora, no por su género.

En este espacio hemos dedicado cantidad de columnas a hablar de la trascendencia del papel femenino en la política, de mujeres que podrían crecer aún más; hemos enfatizado en las mujeres fuertes del estado que parecen desbancar a decenas de varones, al tiempo que nos hemos pronunciado enérgicamente contra toda práctica que denoste al sexo femenino y hemos denunciado incansablemente los posibles maltratos hacia las mujeres dentro de oficinas de todos niveles. Estamos totalmente en pro de la equidad de género y de que en la política se les otorgue el papel que merecen, pero estamos totalmente en contra del uso de figuras jurídicas para campañearse. No les vendría mal un poco de ética a las mujeres y varones que nos representan o que pretenden hacerlo.