Viggiano y el PRI desde el antiguo régimen

“La contradicción de fondo en el pensamiento de la lideresa del PRI es que, pese a ser una política emanada de las últimas generaciones del antiguo régimen, tuvo que dar un golpe de Estado a la vieja guardia”.

La verticalidad del poder que históricamente estableció la élite del PRI para reproducir a una clase política autoritaria atraviesa por una de las peores crisis de su existencia, donde el pragmatismo y la mano negra del manejo tras bambalinas ya no controlan la escena de la política nacional, quedando a merced de la fractura y la derrota moral.

Durante décadas, el antiguo régimen garantizó la existencia del PRI como un partido hegemónico que creció entre la ignorancia, la precariedad ideológica y la fragilidad de la conciencia política de la población. En ese escenario se crio Carolina Viggiano, cuyo discurso y conducción partidista dolorosamente acusa el anacronismo de la vieja política.

Este escenario de política añeja, reproducción del autoritarismo de partido y verticalidad de mando de la élite y cúpula del PRI, explica no sólo la oscura agonía por la que atraviesa el otrora partido poderoso, sino el implacable efecto predictivo de la zozobra en la que habita la retórica de Viggiano, su desdén frente a lo que percibe como el inexplicable ascenso de Morena al poder y su nostalgia ante la debacle del populismo priista de esos años mozos donde Hidalgo la vio nacer.

La contradicción de fondo en el pensamiento de la lideresa del PRI es que, pese a ser una política emanada de las últimas generaciones del antiguo régimen, tuvo que dar un golpe de Estado a la vieja guardia, mandando al exilio político lo mismo a Claudia Ruiz Massieu que a Miguel Ángel Osorio Chong, y marcar el epitafio de la carrera de correligionarias como Beatriz Paredes y Dulce María Sauri, en los entretelones tortuosos de la guerra abierta que declaró Alejandro Moreno a cualquiera que se convirtiera en disidente de sus lógicas de autoritarismo partidista.

El binomio Viggiano-Moreno escribió el prólogo del nuevo PRI: planearon el secuestro del partido de don Plutarco y de la magra base militante que aún es fiel. En los hechos, nadie de la vieja guardia se podría quejar, pues tanto Viggiano como Moreno respondieron con creces a las enseñanzas de ese autoritarismo del gran dinosaurio de cúpula, que lo mismo implantó el dominio tras bambalinas que las frases del control político como “El que se mueve no sale en la foto”, o bien, la de la rapiña pública: “Político pobre, pobre político”.

La paradoja y puñalada trapera a la vieja guardia del PRI no proviene sólo de la descomposición endogámica del control político al cual responden Viggiano y Moreno, sino al despertar de conciencia que generaron Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, que desde la toma de instalaciones petroleras en Tabasco hasta la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal creó la hemorragia tricolor que no pudo coagular frente al ascenso y toma del poder de Morena.

Como colofón, la política oriunda de Tepehuacán de Guerrero, como aspiración natural de las lógicas de reproducción del antiguo régimen, trató de encumbrarse en la gubernatura de su patria chica, pero la patria se hace con ciudadanos y no con súbditos de cúpula partidista, como se edificó el PRI, por lo que su derrota política es la crónica de la muerte anunciada como miembro de esa vieja guardia que ella misma se encargó de exiliar y que hoy, frente al secuestro del PRI, prácticamente está en el olvido y recluida en el asilo de ancianos.

 

Como te ves, me vi; como me ves, te verás.


ARCHIVADO EN:
, , , , , , , ,