Los miserables

“Los miserables”, la novela de Víctor Hugo, es el legado de una discusión deontológica no superada por las estructuras normativas entre la legalidad y la justicia, conceptos que claramente no son sinónimos y mucho menos una condición de autovaloración de las instituciones frente a la equidad social.

La justicia en los sistemas jurídicos de occidente, como apreció Foucault, es en todo caso una discusión semántica de la moral legal y no una cuestión de prioridad de Estado, salvo cuando de retóricas de escritorio se trata, porque la justicia es un laberinto de intenciones desde y de donde se construye el entramado normativo.

La justicia es la conciencia oculta de la sociedad, ese plano valórico que sabemos que debemos construir para lograr la equidad social, pero que se posterga frente al ripio de las relaciones y su juego de intereses.

En “Los miserables”, Víctor Hugo tocó el absurdo de la ley y su aplicación en una Francia donde la injusticia prevalecía en nombre de la ley. Esto no ha cambiado en nuestro tiempo, por lo que la ética legal ha sido reducida a la lógica de la norma, pero al margen de la búsqueda de la justicia, bajo el argumento de lo “escabroso” que es hablar de los dilemas que encierran en la ética legal la moralidad social por encima del derecho.

Los miserables en nuestra era somos todos los que creemos que la justicia es el valor fundamental de la conciencia, entendida como la virtud de apreciar la verdad que libera al que es oprimido por el derecho que encumbra a la ley como camino inequívoco de la coacción legal del Estado, ese Estado que no se humaniza ni cobra rostro de carne humana, porque entonces no se pueden esconder los intereses de las élites del poder.

¿Cuántas veces no hemos sido convertidos en miserables? ¿No es acaso la miseria de la ley la que produce la miseria social? Toda estructura legal ha sido concebida bajo un esquema ético donde prevalece la moral del grupo que la creó, no de quienes aspiran a la justicia a través de la ley y mucho menos a la construcción de un Estado de derecho que garantice la justicia como vector de equidad social.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.