Entre historiadores te veas

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos destina el Capítulo II del Título Segundo a las cuestiones geográficas del país. Entre otras cosas, especifica cuál es el espacio en el que ejerce imperio el Gobierno de la Federación (artículos 42 a 48); mientras que otros artículos de la misma norma (que pudieran entenderse como parte del estudio geográfico de México) establecen cuestiones específicas sobre explotación, jurisdicción de bienes y lo relativo a recursos indeterminados. 

La ley y los teóricos del derecho nos permiten conocer la propiedad originaria, la propiedad ejidal, la comunidad indígena, la jurisdicción y los límites de actuación para autoridades y particulares, pero es la historia de nuestro país -tal vez desde el acta del 21 de enero de 1824 hasta la conversión de los últimos territorios a estados en 1974 (y no solo en la historia de las constituciones)- la que nos permite ser congruentes con el proyecto histórico de país que deseamos y que necesitamos

Edmundo O’Gorman en Historia de las Divisiones Territoriales en México estimó necesario el estudio del territorio mexicano (desde su concepción como tal, pasando por las órdenes de dominicos, franciscanos, benedictinos y otras órdenes mendicantes; hasta sus últimos alcances en el México postrevolucionario con la reconversión de Quintana Roo en territorio en el año 1935, un par de años antes de que fuera publicada la primera obra del historiador), y con ese legado no solamente aportó a los estudiosos de la geografía, del derecho y de la historia, sino que abonó al pensamiento que orienta a quienes estudian a México en cualquier ámbito. 

El gran Marco Tulio Cicerón dijo: “Cuando desees instruir, sé breve; que las mentes de los hombres adquieran rápidamente lo que digas, aprendan su lección y la retengan con convicción”, y la obra que expongo de los siguientes autores es ejemplo vivo de ello. 

Antes de seguir, quiero hacer una aclaración: lo haré de forma brevísima y posiblemente de manera irresponsable por dos motivos: primero, lo hago como un discípulo con gran interés en la historia del territorio al que pertenezco, sin haber hecho, al día de hoy, ningún estudio especializado al respecto; y segundo, mi participación en esta ocasión es una invitación a la lectura de tres obras hidalguenses que me han aportado mucho. 

México, Hidalgo y Tulancingo son espacios geográficos que quedan definidos en las normas constitucionales y administrativas del país, pero como todo instrumento normativo las obras de la razón que dan estructura jurídica, soberanía, centralización del poder, control social y legitimación al país, al estado y al municipio son instrumentos de poder que deben de ser interpretados con vista a los principios que regulan las relaciones entre burócratas y ciudadanos, a las leyes que protegen a la población de los excesos de la administración pública y a la formación histórica del proyecto local, estatal y nacional. 

No sorprende al lector que Juan Manuel Menes Llaguno, cronista del estado de Hidalgo, llame a Marco Mendoza Bustamante el auténtico cronista de Tulancingo, pues su libro Por siempre Tollantzinco recoge vastos textos sobre el municipio (sin menospreciar el resto de la bibliografía que contiene su obra) y lo expone con tres características que el lector promedio aprecia rápidamente: la primera es la limpieza con la que Mendoza Bustamante expresa cientos de años de herencia cultural, patrimonial, gastronómica, geográfica y hasta biográfica de los nacidos en el territorio mencionado; la segunda es la gran cantidad de información que se puede adquirir en el libro, puesto que es una investigación profunda y sesuda que sirve a los habitantes del territorio tulancinguense para fortalecer su identidad y a los externos para conocer a Tulancingo y su herencia; y la tercera es la elegancia de sus palabras, que son, para quienes las leen, un auxilio en la adquisición de nuevos conocimientos. 

Rocío Ruiz de la Barrera, por otro lado y en otros tiempos, escribió la Breve Historia de Hidalgo, no solo con una agudeza intelectual y metodológica que gustan, sino que con modestia explica los conflictos que se presentaron para hacer un estudio más profundo. Su obra es parte de una colección de textos regionales acuñados por el Fondo de Cultura Económica y el Colegio de México, que se formó para explicar -con el rigor científico que los caracteriza- una serie de historias de los estados de la República Mexicana y con ello responder a la necesidad de entender la pluriculturalidad de la nación. Quien suscribe este texto aprecia particularmente los mapas y anexos de la obra, que dan cuenta de la hidrografía, orografía, religiosidad y características específicas del estado. Entre episodios históricos, estadísticas geográficas y una bibliografía comentada, encuentro una de las obras más importantes para el estado y para los hidalguenses. A 153 años de la fundación del estado de Hidalgo esta obra es una lectura obligada para las personas públicas de este territorio y para todo aquel que disfrute las lecturas divulgativas de las ciencias sociales. 

En tercer lugar, Política a la Mexicana de César Jiménez Ortiz está prologada por un constitucionalista, lo cual debe de recordar a los abogados que la historia y la política están hermanadas con la ciencia constitucional. Esta obra habla de 200 años de México, pero no desde el punto de vista que abordan los otros dos textos. Este libro habla de las logias de York y de Escocia, de liberales, de conservadores, de federalistas, de imperialistas, de clubes anti-reeleccionistas, de ligas agrarias, de anarquistas, de nacionalistas, de revolucionarios, de activistas católicos, de sinarquistas, de socialistas y de comunistas en México, esto sin obviar sus respectivas luchas electorales y las consecuencias políticas y administrativas que tuvo cada una de ellas. Este libro es la única obra que he leído que enfoca sus líneas a enlazar la historia de México con el ajedrez partidista y político. El autor decanta la hazaña y no minimiza los oscuros capítulos de la historia nacional con un elevado lenguaje y con información muy valiosa. 

Por ser Maquiavelo la mejor guía para el estudio del pensamiento político, los invito a analizar estos libros con vista a la obra del diplomático italiano por ser estos textos el estudio de cómo se hicieron las normas que hoy tenemos. 

Este texto tiene su génesis en tres acontecimientos que me son propios: el primero es que fui dignado con los últimos libros del diputado Marco Mendoza Bustamante hace un par de semanas, de estos hablaré en otra ocasión; al autor le deseo que haya pasado un feliz cumpleaños este fin de semana. El segundo es que el día 16 de enero fue el aniversario número 153 de la creación del estado de Hidalgo, lo que vuelve obligatoria la lectura de la obra de Rocío Ruiz de la Barrera para conocer el territorio al que celebramos; a ella espero conocerla más allá de esta obra y le deseo éxito en sus proyectos editoriales. Al final, pero con la misma relevancia, es que tuve una corta pero importante plática con el autor César Jiménez Ortiz, a quien agradezco la oportunidad que me dio de aprender de él como profesor, como amigo y como autor de tan excelente obra. 

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Por: Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.


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CONSTITUCIONALISMOS - Iván Mimila Olvera

Abogado y asesor en materia constitucional y autor de los libros "Cuestionario de Derecho Constitucional" y "Cuestionario de Derecho Constitucional de los Derechos Humanos". Actualmente es litigante en activo y asesor de diversas organizaciones de la sociedad civil.