El extravío político suele ser uno de los síntomas más agudos de descomposición de las campañas proselitistas, producto de una deficiente estructura programática de candidatas y candidatos que actúan desde la improvisación.
Xóchitl Gálvez se ha extraviado en el debate político. Su campaña no condensa una perspectiva de cambio social, pues durante décadas esto no ha sido prioridad de los partidos que hoy constituyen la alianza opositora de la que forma parte la oriunda de Tepatepec.
En dos visitas previas a Hidalgo, Gálvez Ruiz cambió la retórica de su discurso. La primera vez, con el tono beligerante que la caracteriza, aseguró que la entidad se encuentra en el abandono y la marginación por las acciones del gobierno de López Obrador, pero la segunda ocasión, en Tulancingo, arremetió contra la administración de Julio de Menchaca Salazar.
Sin embargo, las arengas discursivas contra López Obrador y Menchaca Salazar no le generaron dividendos políticos a Xóchitl Gálvez, y por el contrario, perdió la oportunidad de tener la empatía de la ciudadanía por el simple hecho de ser hidalguense.
Estos desaciertos se suman a la fallida estrategia del miedo en la que Gálvez basa sus discursos, pues las encuestas siguen marcando una distancia de más de dos dígitos con Claudia Sheinbaum. La candidata a la Presidencia está cosechando los frutos de una campaña que inició de manera anticipada, sin estructura, pues hoy se mira desgastada y vuelve casi un hecho que el electorado hidalguense ha decidido su voto y será color guinda.
En contra de Gálvez también se encuentra la erosión de los partidos de oposición en Hidalgo, sobre todo del PRI, que ya no tiene ni una poca de la fuerza de operación política e intervención gubernamental de antaño.
Por si fuera poco, el pretendido enjuiciamiento crítico de Gálvez hacia López Obrador y Menchaca Salazar ha provocado en la ciudadanía de Hidalgo un efecto de rechazo político, porque los programas sociales y las rutas de la transformación han funcionado para que Morena Hidalgo, en poco más de un año de gobierno, haya comenzado a consolidarse.
Frente a lo improductiva que ha resultado la estrategia del miedo, Gálvez y su alianza han solicitado al INE que despliegue publicidad en la que señale que los programas políticos no le pertenecen a ningún partido, petición válida, pero que no servirá para que la ciudadanía borre de su mente que fue López Obrador quien los hizo llegar a los que menos tienen.
En pleno extravío en Hidalgo, Xóchitl Gálvez no presenta argumentos que puedan abrir los oídos de la ciudadanía, más bien sus arengas ensordecen y generan descrédito social.
